Seis años después del estreno del mayor éxito comercial de una película animada -1.270 millones de dólares en todo el mundo- llega la esperada secuela de Frozen. Y Disney, casi como hizo con Star Wars: El ascenso de Skywalker, apostó a lo seguro.
Frozen II es un filme que gustará a los fans de Anna, Elsa y sus amigos, que tiene canciones entradoras –no tantos hits como las del original: la banda sonora del filme de 2013 es soberbia, similar a las de La Sirenita, El Rey Leóno Aladdin-, gags visuales para los más pequeños, empoderamiento femenino para estar en época y que gira alrededor prácticamente de lo mismo: los extraños poderes que tiene la reina Elsa de Arendelle.
Se sabe que Elsa puede congelar lo que quiera. Bueno, tres años después, en la trama, es hora de saber cuál es el origen de esa cualidad antes de que se transforme en pesadilla, y el bosque cercano, parece, tiene algo o mucho que ver con ello.
También, la herencia, de dónde provienen las hermanas, todo esto sin dejar de lado a los personajes secundarios, que cómo no van a regresar, sean animales humanos o un muñeco de nieve.
La película arranca con Elsa y su hermana menor Anna como niñas. Las canciones se van sumando, una tras otra, en lo que semeja será más un musical que una película animada para niños, pero luego retoma la acción.
Estilísticamente, Frozen II es increíble: difícilmente se haya visto correr agua como en esta película de animación. Los logros pasan más por la imagen.
Chris Buck y Jennifer Lee, los directores de la Frozen original, vuelven a estar detrás del proyecto. Lo mismo sucede con los compositores, Christophe Beck, Kristen Anderson-Lopez y Robert Lopez. Hay un par de twist o giros, que podrán preocupar a los más chicos, hasta que todo vuelva a la normalidad. Disney se muestra cauteloso y la saga no va a correr riesgos innecesarios.
Por supuesto, demás está decir que hay que ver y disfrutar Frozen II en la versión original, subtitulada, para poder volver a escuchar las canciones con las voces de Idina Menzel (Elsa) y Kristen Bell (Anna). Eso, claro, si no hay que acompañar a los más pequeños, porque aunque el relato sea sencillo en su estructura, son el colorido, la belleza de las imágenes y, de nuevo, las canciones lo que priman.