En su primera novela, el escritor, periodista y diplomático jujeño Héctor Tizón relata la derrota de los collas por parte de terratenientes hacia 1874. Este marco histórico y político es el que rescata el recientemente estrenado documental de Miguel Mirra; un hecho que, por otra parte, inspiró la ópera escrita por el compositor de música clásica Virtú Maragno, estrenada en el Teatro Colón, en 1994. El realizador, de vasta trayectoria en nuestro medio, y comprobable su interés acerca de retratar sectores sociales silenciados o postergados, en ejercicios como “Otro mundo es posible” (2010), “Darío Santillán, la dignidad rebelde” (2012) y “Norita, Nora Cortiñas” (2013), se embarca en un proceso de investigación que lleva hacia el norte argentino. Recurriendo a cuantioso material de archivo, rescata el espíritu aborigen en el sentido de rememorar una épica ancestral de lucha imperecedera. La documentación a la que recurre Mirra, y el sentido de organicidad que cobra la misma dentro del formato audiovisual representado, traman el sentido ritual de una lucha atávica que testimonia el lamento de una tierra desplazada. La memoria conserva lo esencial.