Una comedia en off side
La película dirigida por el valenciano David Marqués cuenta con los elementos necesarios para hacer una buena comedia, empezando por su pareja dispareja protagónica, pero no necesariamente distribuidos del modo correcto.
Hay una anécdota que se atribuye a Albert Einstein, acaso apócrifa, pero lo suficientemente interesante como para que eso aquí no importe. En ella, una mujer hermosa le propone al genio de la física concebir un hijo. “Con mi belleza y su inteligencia, el niño sería perfecto”, habría afirmado la pretenciosa señorita. La respuesta del célebre científico adoptó la forma de una pregunta a la vez resignada y didáctica: “¿Y si sale con mi belleza y su inteligencia?” Como la genética, el cine está lejos de la certeza y la precisión de la matemática: una película puede contar con los ingredientes para ser buena y aun así resultar otra cosa. Es lo que le pasa a Fuera de juego, la comedia del director valenciano David Marqués. Posee el potencial de una buena pareja protagónica, más una idea y un escenario a partir de los cuales se podría haber abordado de manera digna el universo del cine de género –cuenta todavía pendiente para la cinematografía local–, y aun así vuelve a ofrecer un producto no del todo fallido, pero sí ineficazmente resuelto.
Porque no caben dudas de que Diego Peretti es uno de los actores más eficientes de la Argentina y, por lo que se ve en Fuera de juego, el español Fernando Tejero parece estar a la altura. El primero es Diego, un médico que empujado por su tío, entrenador de fútbol infantil, debe viajar a España para defender los intereses de un chico que ha llamado la atención del Real Madrid. Todo porque el tío tiene un papel firmado que lo reconoce como derechohabiente del pase y ésta es su última oportunidad para llenarse de plata. El problema es que en España está Javi, apoderado de futbolistas de muy poca monta (él y los futbolistas), que obra en su poder con el mismo papel y la misma firma, sólo que a su nombre. El encuentro entre Diego y Javi en principio será conflictivo y la relación que comenzarán a urdir a partir de allí, el eje sobre el que se desplazará el relato, adoptando la clásica rutina de la pareja dispareja. Porque Diego, que no sabe nada de negociar y mucho menos de fútbol, deberá confiar en el nada fiable Javi, quien comenzará a dar muestras de que tampoco conoce del todo el paño.
En efecto, la química entre Tejero y Peretti entrega lo mejor de esta comedia nacida sin pretensiones: ambos manejan con naturalidad lo contrahecho de sus personajes y de la situación inesperada en la que se encuentran. Sin embargo el guión, esquemático y plano, los vuelve unidimensionales, obligándolos a transitar situaciones cuya ridiculez no es la del absurdo, sino la del cliché. Las subtramas apenas son vehículos para sumar de manera poco convincente romance, sentimentalismo, ternura, y los personajes secundarios en general parecen elecciones comerciales antes que decisiones de casting. Cuesta entender cómo, en tiempos en que la comedia pop va abriendo otros caminos en todo el mundo, aquí todavía se la aborda desde una concepción tan antigua. Aunque hay que reconocerle unas cuantas situaciones logradas, dos o tres cameos eficaces y la participación sorpresa del actor más popular del cine argentino (que en sólo dos escenas y no más de tres minutos en pantalla da una lección para comediantes), lo cierto es que Fuera de juego cuenta con los elementos necesarios para hacer una buena comedia pero, tal como temía Einstein, no necesariamente distribuidos del modo correcto.