La clave es Palermo
Por Mex Faliero
Más allá de ser futbolero, nunca me dediqué al periodismo deportivo, por lo que mis comentarios sobre fútbol y futbolistas han quedado reservados al living de casa o la charla entre amigos. Es por eso que agradezco a este intento de comedia llamado Fuera de juego, el hecho de permitirme hablar de uno de los más grandes errores que ha visto el fútbol argentino y mis ojos: Martín Palermo -el 9 de Estudiantes y de Boca tiene una pequeña participación en este film protagonizado por Diego Peretti-. El caso de Palermo es uno de los más simbólicos ejemplos del fútbol argentino de las últimas dos décadas, donde progresivamente el resultadismo le ha ido ganando al buen juego o, al menos, a una idea de merecimiento por la vía del juego. Que un jugador dotado escasamente desde lo técnico se haya convertido en ídolo popular, tiene que ver exclusivamente con la trascendencia que se le da al resultado por sobre otras instancias del juego en el fútbol argentino. La frase “los goles se hacen, no se merecen” es una máxima realista pero que esconde una trampa: un equipo que no busca, que no construye, sólo puede sostener una campaña o ganar un partido por la vía de la buena fortuna o de las rachas, olvidándose en el camino que por más pulsiones que haya en el medio, el deporte es -y debe aspirar a serlo- un entretenimiento y un espectáculo: si total como dijo Hitchcock acerca del Oscar, ya nadie se acuerda quién ganó el año pasado. Con el fútbol que juegan actualmente la mayoría de los equipos del fútbol argentino, es casi imposible disfrutar durante los 90 minutos de juego. Por eso no es absurdo que Palermo se haya convertido en un referente de este fútbol. Palermo ha sido uno de los jugadores malos más afortunados de la historia del fútbol nacional: capaz de resbalarse al patear un penal y pegarle a la pelota con el pie de apoyo, cambiándole el palo al arquero y convirtiendo el tanto. Su carrera en el extranjero fue un fiasco absoluto y su paso por la selección, totalmente olvidable. El juego de Palermo se reduce al fútbol de cabotaje y a la escasa exigencia del hincha de los equipos donde actua: no de gusto se convirtió en ídolo del hincha de Boca, máximo apologista del triunfo en el último minuto y aunque sea con la mano y en off side.
Por eso, es más que razonable que Fuera de juego sea un mal film. Una película que gira alrededor del universo del fútbol y que elige a Martín Palermo como figura referente, tiene una visión sobre el fútbol bastante pobre y la cual se termina aplicando a su visión sobre el cine. El film de David Marques comete varios pecados imposibles de salvar: en primera instancia, todo gira alrededor de un supuesto crack argentino que es comprado por el Real Madrid (Chino Darín), pero el director nunca nos muestra el talento del pibe con la pelota, nunca lo vemos cerca de un campo de juego, y ni siquiera ayuda la actuación del “hijo de Darín” para convertir a su personaje en alguien carismático. Que se entienda, este no es un film de los Dardenne, es una película orgullosamente convencional, por lo que la sustracción del talento del jugador es apenas un problema de producción y no una decisión formal. En segunda instancia, hay que decir que el coprotagonista español, Fernando Tejero, es uno de esos comediantes que cree que el humor es gesticular continuamente y que por esa vía termina construyendo un personaje, situación a la que arrastra también a un Peretti que ha conocido mejores películas para explotar su talento real: hay una escena en la que ambos se comunican con una radio para filtrar la noticia del posible interés del Madrid en el crack, que ronda sencillamente la vergüenza ajena: por suerte, inconscientemente, en el plano siguiente el personaje de Peretti se confiesa “es una de las peores cosas que me tocaron ver en la vida”, o algo por el estilo es lo que dice. Fuera de juego quiere trabajar sobre ese subgénero de tramposos que se trampean hasta que uno tiene la carta más grande que el otro, pero carece de ideas acerca de cómo generar un misterio para que el espectador se sienta interesado en lo que ve. Salvo dos personajes femeninos de pizarrón y totalmente unidimensionales (la esposa y la hermana del representante español), el resto construye una jungla de aves rapaces sin carisma y sin la más mínima gracia. Guión elaborado a partir de un estudio de mercadeo, Fuera de juego hace agua por todos los costados y se llena de ganchos para intentar atrapar públicos variados, especialmente a los futboleros. Pero todo falla, nada genera risa y el final feliz es uno de los más ramplones que se hayan visto en mucho tiempo, hay giros inexplicables y una comunión final que demuestra dos cosas: o que los personajes son una manga de cínicos o que el guión de esto fue escrito con los codos. Fuera de juego es una película ultra perezosa, que no genera ninguna pasión. Y eso que hasta las peores películas deportivas lo logran.