El estereotipo en la frente
Ruben Fleischer (Zombieland) tuvo todo servido en bandeja: los mejores sets de filmación, buenos diálogos, las estrellas mejores pagas y Robert Patrick, el actor más desperdiciado de la historia. Así y todo, él mismo sabe que no van a nominarlo en festival alguno. La acción de Fuerza antigangster se sitúa en Los Angeles durante 1949, cuando el boxeador retirado Mickey Cohen (Penn) se convierte en rey de la mafia local, un intocable que soborna jueces y hace temblar a la policía. El escenario es similar al de Miller’s Crossing (incluso Jon Polito, villano de aquel filme, tiene aquí un pequeño rol como rival italiano de Cohen). Pero mientras en el magno opus de los Coen las lealtades se desdibujan a cada rato, en Fuerza antigangster los personajes llevan el estereotipo en la frente. Para destronar a Cohen, el oficial John O’Mara (gran creación de Brolin) arma un escuadrón ilegal al que no le temblará el pulso. Y más allá de consideraciones éticas sobre el ajusticiamiento a la americana, el mayor problema del film es su torpeza. Comparado a estos enfrentamientos, el baño de sangre final en Scarface parece una maravilla de Kurosawa.