Parapoliciales eran los de antes
Sean Penn es el “capo” al que un grupo de policías de élite debe desbancar en la Los Angeles de los años ‘40.
Las películas de gángsters tienen un encanto, que tal vez nazca del traqueteo de las metralletas, los autos antiguos, o de los trajes de corte y confección a mano que suelen vestir los mafiosos de turno.
Bueno: Fuerza antigángster tiene esos elementos, más un elenco descomunal, con Sean Penn como el capomafia y Josh Brolin liderando a los agentes en busca de imponer el orden en una desquiciada Los Angeles de la posguerra.
La película abre con una escena fuerte, terrible, que casi hace bajar la mirada. Sirve como preaviso: Cohen (Penn), “el judío que amenaza el control de los italianos”, quiere manejar el negocio del hampa -droga, prostitución, apuestas ilegales- tanto en Los Angeles como en Chicago. Y está dispuesto a todo.
Lo cierto es que la fuerza antigángster que el personaje de Nick Nolte le pide al de Brolin que arme es, dicho sin vueltas, un grupo parapolicial. Y en él están los policías sin placa que, por más que la película se base en hechos reales, suenan arquetípicos.
De este lado de la ley están el lindo Jerry (Ryan Gosling), el negro (Anthony Mackie), el latino (Michael Peña), el que tiene familia -siempre hay uno- (Giovanni Ribisi), el que donde pone el ojo, pone la bala (Robert Patrick, el malo de Terminator 2 ) y el que volvió de la Guerra (Brolin). Y entre los dos bandos está la vampiresa, en este caso, pelirroja (Emma Stone), que se acuesta con Cohen y con Jerry.
Y la película, en manos de Ruben Fleischer ( Tierra de zombies ) se vuelve una coctelera. El director ofrece momentos de violencia inu- sitada, escenas de balaceras muy bien encuadradas con otras que se vuelcan más hacia la comedia. Si lo hizo para relajar a la platea, de hecho lo logra, pero este quinteto de valientes -como sucedía en Los intocables de De Palma, en otra ciudad y en otra década- le parecen superhéroes al espectador, por más que uno intuya que alguno de los policías -sí: ése- no llegue sano y salvo a los créditos finales.
Josh Brolin cumple con el rol protagónico que tantas veces le escamoteó Hollywood, con bravura y humor bien negro. Y aunque casi siempre comparte la pantalla con Gosling o sus compañeros de armas, de su rostro pétreo también pueden salir expresiones entre sarcásticas, jocosas y hasta con cierta coloratura de dulzura. Gosling se repite como el héroe de Drive y quien se lleva la mejor parte es Sean Penn. Su Mickey Cohen lo aproxima al Capone de De Niro, pero es mucho más físico -si Capone le rompía la cabeza con un bate a un comensal en una mesa, no quieran saber lo que puede hacer Cohen con sus puños de ex boxeador-.
Esta guerra de guerrillas con mucho de art decó, y policías y jueces corruptos, no peca por original, sino por ser una catarata de escenas con algunos diálogos tan increíbles como muchas características de los personajes. Brutal y entretenida, increíble y lujosa, Fuerza antigángster depara dos horas de movimiento continuo. Las sutilezas quedaron en la funda de los revólveres.