Balas de fogueo
Un comando antimafia buscará romper con el dominio de Mickey Cohen, un sangriento hampón que quiere adueñarse de Los Angeles.
Basado en una historia real, Fuerza antigángster tiene varios condimentos que pueden llevarla a ser una película atractiva: un grupo de choque anónimo –vinculado sólo a un jefe policial- que buscará desarticular a la mafia que busca apoderarse de la costa oeste de los Estados Unidos, un villano ejemplar (Mickey Cohen), la ninfa pelirroja de la traición (a cargo de la seductora Emma Stone) y una sucesión de balas y ajustes de cuenta dignos de un argumento de cómic.
Esta película tenía previsto su estreno para septiembre pasado, pero con la matanza ocurrida en Aurora (durante una de las avant premiere de Batman: el caballero de la noche asciende) se decidió la postergación del estreno de la película y, además, quitar una escena del filme donde hay una masacre…. en un cine. Los mensajes violentos desde el séptimo arte hollywoodense hace rato son motivo de discusión, la pregunta es si es necesario recurrir a ejemplos que peligrosamente se tocan con la realidad. Basta con ver la flamante Jack Reacher donde el eje gira en torno a un francotirador que practica en campos de tiro en las afueras de la ciudad.
Pero volviendo al Los Ángeles de 1949, el actor Sean Penn le pone la piel a un capo mafia con pocas pulgas quien con desmembramientos (¡muy real!), incineraciones y muchos golpes pondrá en caja a cada “colega” que dude de su autoridad en el oscuro mundo del hampa. Los Angeles es suyo y sólo suyo. Con una exagerada encarnación en el malo de la película (tics por doquier), Cohen domina y digita las ganancias ilegales de las drogas, armas, prostitutas, etc. Y creará un centro clandestino de apuestas por donde pasarán millones de dólares.
El dolor de cabeza ante este plan maquiavélico es el sargento John O´Mara, a cargo del imperturbable Josh Brolin, quien reclutará al policía Jerry Wooters, encarnado por Ryan Gosling, uno de los actores mimados de Hollywood. El resto del team del bien lo conforma un moreno justiciero (Anthony Mackie), el latino (Michael Peña), el capo en escuchas y comunicaciones (Giovanni Ribisi) y hasta un cowbow quien con su revólver demuestra una puntería única, caracterizado por Robert Patrick, sí, el avejentadísimo actor que fue el T-1000 de Terminator 2.
La película de Ruben Fleischer (Tierra de zombies) tiene balaceras exageradas, artesanales persecuciones en esos viejos bólidos -se extrañaban en esta clase de filmes- y una oscuridad que siempre va tiñendo a una película de por sí bastante negra, con un malhechor que recuerda al Capone de De Niro pero con mayor brutalidad. La película, aunque no abunda en recursos y un guión original, te mete de lleno en el submundo del hampa donde se buscará escapar a cualquier precio, donde siempre habrá un mártir y ajusticiamientos públicos. Porque las viejas fórmulas de estas películas, son a las que siempre se recurre. Y funcionan.