Esta Película ya la Vi
La historia de la mafia y los gángsters durante los años 40 en Los Angeles, Chicago y Las Vegas son fuentes inagotables de inspiración cinematográfica. Se pueden seguir exprimiendo al mismo tiempo que se sigan encontrando cadáveres en el desierto y James Ellroy continúe publicando novelas sobre el tema.
De hecho, las mejores películas relacionadas con la pintura de esta década que se hicieron en los últimos años estaban inspiradas en dos exitosas novelas de este autor: Los Ángeles al Desnudo, de Curtis Hanson y La Dalia Negra, dirigida por Brian De Palma, que pese a no haber recibido demasiados elogios, tiene la identidad cinematográfica de su realizador, que no regresaba al tema desde Los Intocables.
Fuerza Antigángster toma a un personaje constante en la literatura de Ellroy: Mickey Cohen. Sin embargo, Ruben Fleischer deforma la novela negra, el policial, y lo convierte en un folletín, en la representación cinematográfica de un serial de los que se compraban en los kioscos de revistas en aquella época.
Esta elección podría haber sido interesante, sino fuera que el guión de Will Beall es realmente tan superficial como previsible. Los personajes están acartonados, son caricaturas sin profundidad ni historia. Fleischer deja que la película la lleven adelante estereotipos del cómic. La idea de crear una pandilla salvaje sin reglas, violenta, marginados de la ley para capturar al forajido Cohen fue llevada tantas veces al cine, que deja de generar emoción. Y no hablo solo del género de gángsters. Compararla con Los Intocables es caer en un lugar facilista. De hecho, guarda mayores reminiscencias con la película de Sam Peckinpah protagonizada por William Holden, Los Siete Magníficos - o Samurais versión original de Kurosawa – y Munich – con la que tiene mayores similitudes incluso – que con las películas de gángsters. También hay varias citas a Barrio Chino o las películas de John Huston, como el robo del agua o una persecución… por el Barrio Chino. O, incluso, robando el famoso plano secuencia de entrada al club de gángsters de Buenos Muchachos. La aparición de Carmen Miranda aporta muy poco a la historia.
Posiblemente, habiendo incluido la escena de la matanza dentro del cine, habríamos visto algo que no hayamos visto en otras películas (la escena fue quitada tras la masacre en el cine de Denver, razón por la cuál hubo que postergar el estreno del film). En cambio todas las escenas parecen haber sido extirpadas de otras obras del género. Y, lo que es peor, esta pastiche de escenas, no logran tener una unidad visual. En una escena determinada, a Fleischer se le encapricha robar la estética cámara en mano de Michael Mann en Enemigo Público… porque sí, ya que todo lo visto previamente tenía una puesta completamente industrial. No es anarquía, es incoherencia.
Honestamente, la poca inspiración de Fleischer a la hora de narrar esta historia es una decepción. Tierra de Zombies, su primera película era divertidísima, una obra llena de ideas novedosas que conseguía encontrarle una vuelta de tuerca a otro género demasiado transitado en los últimos años. Pero ya segunda película, 30 Minutos o Menos (que fue directo a dvd acá) era una comedia bastante estúpida y de resolución demasiado ingenua.
Con Fuerza Antigángster sigue demostrando ausencia total de ideas. Esta pintura que parece emular a la Dick Tracy de Warren Beatty (1990), estrepitoso fracaso comercial en su momento, que aunque sea era más honesta y menos pretenciosa en su estética folletinera. Al duro Sargento O’Mara - con el que Josh Brolin logra una sólida interpretación a pesar de todo - solo le falta el reloj con pantalla para comunicarse con su jefe. En cambio, la grotesca caracterización de Sean Penn, completamente caricaturesca, remite al villano mafioso que interpretaba Pacino en la obra de Beatty. Pero mientas que el actor de El Padrino, le aportaba un humor genuino, en Penn, todo resulta forzado, poco creíble, pretencioso.
El resto del elenco y los personajes está completamente desperdiciados: Nick Nolte, Robert Patrick y especialmente Emma Stone, aparecen para rellenar la escenografía. Más allá del cuidado estético con la fotografía y el diseño de producción recreando a Los Ángeles de los ’40 no hay otra arista para poder resaltar. Solamente Ryan Gosling y Giovanni Ribisi logran interpretaciones un poco más destacadas, personajes más creíbles y humanos.
Si bien el relato no cae en la monotonía ni se vuelve moroso, al final queda un sabor agridulce, producto de la falta de imaginación de un director y un guionista para llevar adelante un material que daba para mucho más. Quizás si se hubiesen apegado un poco más a la verdadera historia de Cohen – lo único real del film – este habría sido más interesante.
Queda solamente para destacar un final a puño limpio, entre Penn y Brolin, que había quedado pendiente de los tiempos de Milk.