Este notable western inspirado en vivencias reales del Perito Francisco Pascasio Moreno fue una de las revelaciones del reciente Festival de Mar del Plata.
No sé si fue la mejor película nacional vista en Mar del Plata (allí estuvieron también las de Matías Piñeiro, Milagros Mumenthaler y varias más para disputarle el cetro), pero esta ópera prima de Zevallos y D'Eufemia (ambos egresados de la ENERC) se convirtió junto a Los globos en la sorpresa, la revelación de la Competencia Argentina de la reciente 31ª edición. No sólo porque es un notable western sino también porque no venía con demasiado “ruido” previo como los títulos antes citados que estrenaron el Locarno. Nada de gira festivalera, de recomendaciones entre programadores. Apareció en esta sección y uno se pregunta por qué nadie le prestó atención antes.
La película reconstruye las experiencias vividas por el famoso Perito Moreno (Pablo Ragoni) en 1879, cuando en plena Patagonia (la película se rodó íntegramente en exteriores de la zona de Bariloche) fue perseguido -y por momentos apresado- por el mapuche Francisco Sayhueque (Gustavo Rodríguez) y bandoleros de la zona (por allí aparece Jorge Sesán). El film sigue el derrotero del mítico científico naturalista mientras huye solo o acompañado en balsa, a caballo o a pie por imponentes ríos, montañas y praderas que el director de fotografía Lucio Bonelli (y el uso de la cámara en mano y mucha steadicam) convierten en un verdadero banquete cinéfilo.
Epica de aventuras (son buenas la edición de D'Eufemia y la música de Ariel Polenta para la construcción de climas), Fuga de la Patagonia remite en diversos pasajes a Aguirre, la ira de Dios, de Werner Herzog; The Revenant: El renacido, de Alejandro González Iñárritu; Deliverance: La violencia está en nosotros, de John Boorman; y Jauja, de Lisandro Alonso, con un doble punto de vista que pendula entre el hombre de ciencias y el indio. En ningún caso la mirada es paternalista o manipulatoria, aquí lo único que importa es sobrevivir.
No todo brilla en el film (algunos parlamentos lucen un poco forzados) y en medio de la larga y notable toma final aparecen unos carteles que explican por un lado los aportes de Moreno y, por otro, su participación como cartógrafo en la Campaña Desierto que derivó en la aniquilación de los pueblos originarios. Un recurso culpógeno y políticamente correcto que en este caso resta más de lo que suma.