Narrado como un western clásico, suerte de cruza en escala menor de EL RENACIDO y JAUJA, la película de Zevallos y D’Eufemia se centra en el escape que emprende el Perito Moreno y sus acompañantes tras ser sentenciados a muerte por una tribu mapuche en 1879. La película incluye algunos flashbacks que dejan en claro los esfuerzos por entenderse y compartir conocimientos entre el cacique de la tribu y el explorador, pero eso no logra evitar la condena y Moreno debe huir por agua y tierra, caminando o a caballo, como sea.
Atacados por cuatreros se separa de sus compañeros y emprende un recorrido solo, perseguido por ellos, encontrando a un desertor y con la presencia cercana del cacique que parece no perderle pisada. Las fugas y persecuciones llevarán a un notable enfrentamiento entre tres hombres con diferentes concepciones del lugar que atraviesan: el explorador Moreno que en su inocencia de descubridor no sabe que sus mapas pueden terminar sirviendo a los militares para aniquilar a los mapuches, los cuatreros que quieren sacar provecho de lo que puedan y los habitantes originarios que quieren vivir sin ser molestados, cosa que –Conquista del Desierto mediante, poco después– se sabe que no podrán hacer.
Contada como un western seco y austero de duros hombres de acción y, por lo general, pocas palabras, pero también con intensidad y nervio narrativos propios de un filme de suspenso (la cámara de Lucio Bonelli captura a la perfección la belleza y soledad del paisaje pero también sus constantes e inminentes peligros) y con un muy buen elenco de actores poco conocidos, los dos directores (uno es, además, guionista y el otro, el montajista del filme) entregan una muy sólida y lograda opera prima que, es de esperar, consiga repercusión en Mar del Plata y, de aquí en adelante, con los festivales internacionales y el público en general en su estreno comercial.