Lampedusa no es una isla más. Es el lugar que desde 1990 se ha convertido en un lugar masivo de desembarco de inmigrantes ilegales procedentes de tierras africanas, que quieren vivir en Europa. En 2013 y 2015 se produjeron naufragios que terminaron con una enorme cantidad de inmigrantes muertos que deseaban llegaban a la región. Samuel tiene 12 años, vive en la isla, le gustan los juegos de tierra, pese a que todo a su alrededor habla del mar y de los hombres, mujeres y niños que intentan cruzarlo para llegar allí.
Un documental realizado en la mayoría de los rubros por su director Gianfranco Rosi, Fuego en el mar viene de ganar el Oso de Oro (mejor largometraje) en el Festival de Cine de Berlín, y el premio le da más volumen a este retrato de la situación por la que atraviesa Europa con respecto a los inmigrantes.
Entre los más destacado el documental muestra la labor de aquellos médicos de la Guardia Costera Italiana que interceptan los numerosos barcos con cientos de personas hacinadas. Su trabajo es curar a aquellos con heridas, además buscan y aíslan a quienes vienen con enfermedades que en algunos casos pueden disparar una grave epidemia.
El punto fuerte es la historia de los inmigrantes; la del niño está para generar un contraste pero no llega a atraer lo suficiente e incluso hace que la película se sienta un poco más larga de lo que es, pero aun así es buena y no pretende generar culpa en las cabezas europeas sino visibilizar el tema al que muchos le dan la espalda en la región.
Un retrato descarnado que tiene como protagonista al drama de aquellos que solo quieren una vida mejor en una tierra donde eso es más factible que puedan conseguirlo. Fuego en el mar merece ser vista pero es una lástima que llegue a una pequeña cantidad de salas en nuestro país.