Fuocoammare

Crítica de Martín Chiavarino - A Sala Llena

Vidas paralelas.

En un magma en que se funden el documental y la ficción, el realizador Gianfranco Rosi narra de forma maravillosa la vida de distintos personajes de la isla de Lampedusa, en el sur de Italia, marcada por la inmigración africana y la alta mortandad de los migrantes en el mar. En medio de la crisis de la inmigración que ha sumido a Europa en un debate sobre una situación que lo sobrepasa, Fuocoammare sitúa su punto de vista en un niño de doce años de una familia de pescadores y en el drama de los inmigrantes en sí.

A través de la mirada de Samuele, Rosi reconstruye la vida de un habitante de la isla, lo que le permite analizar los cambios ocurridos en el lugar durante los últimos años a partir de la agudización de la cuestión migrante, mientras que en el mar se desarrolla la tragedia humanitaria de la que ningún gobierno se quiere hacer cargo.

Como si fueran dos registros contrapuestos e imposibles, ambos se desarrollan paralelamente como dos mundos que habitan en dimensiones yuxtapuestas a punto de colapsar por el peso de la tragedia que surca el Mediterráneo. En el mar, las precarias embarcaciones que transportan migrantes de todos los rincones de África intentan desesperadamente llegar al extremo meridional siciliano para escapar de la hambruna, la violencia y la inestabilidad hacia la promesa de una vida mejor. Si es que llegan, la odisea no termina sino que comienza e incluso corren el riesgo de ser deportados nuevamente o morir debido a alguna enfermedad contraída durante la travesía.

Con cámara en mano y filmando prácticamente solo, Rosi encuentra en los juegos del niño las significaciones que expresan las condiciones de los habitantes, ya sea tanto en la ingenuidad y la inocencia o en la madurez y la comprensión. Fuocoammare, o “fuego en el mar”, una expresión de los pescadores locales, entrelaza las vidas y las labores de los pescadores, las amas de casa y un disk jockey de una radio, entre otros, para dar cuenta de una cotidianeidad en la que la vida y la muerte se tocan todos los días en una de las rutas migrantes más peligrosas del mundo.

Allí donde la vida parece no valer nada y los cuerpos se convierten en un problema, es donde Rosi encuentra su historia. La trama de la ganadora del Oso de Oro en la Berlinale de este año es simplemente la vida y su importancia en medio de las políticas y la locura que sumen al mundo en guerras permanentes por los recursos y las inversiones en el corrupto capitalismo global.

Con un claro componente ideológico y político deudor de las ideas y las técnicas del cine directo, el realizador italiano entrega una obra en la que la realidad es demasiado real y se asemeja a la ficción debido a su propio impedimento para representar esa instancia entre la vida y la muerte, ese intersticio legal infranqueable en que los habitantes de la isla de Lampedusa se encuentran.