Después de ver a los dioses griegos retratados como un grupo de alfeñiques en la mediocre Inmortales, acá podemos disfrutar de un entretenimiento decente donde se le hace un poco más de justicia a estos clásicos personajes.
La secuela de Furia de Titanes es una producción totalmente superior a la película estrenada en el 2010.
Queda claro que los productores se preocuparon por remendar todas las cuestiones que se le objetaron a la primera entrega y el resultado por consiguiente es más satisfactorio para el espectador.
Después del papelón que hicieron con la conversión del 3D, en este caso la filmaron directamente en tres dimensiones y los anteojitos no están de decoración en los cines, sino que hacen una diferencia en la visión del film. Sobre todo porque te permite disfrutar con mayor profundidad el tremendo laburo que hubo en el diseño de producción.
El cambio más importante es la calidad de los efectos visuales que brindan momentos realmente espectaculares. Lo que hicieron con los monstruos y las secuencias de acción es mucho más notable y el uso de la animación computada no es desproporcionada como ocurrió recientemente en Inmortales.
Se trata de un gran espectáculo pochoclero que sin duda garpa disfrutarlo en la pantalla IMAX.
En este caso el director Louis Leterrier, que llegó a pedir disculpas en su momento por lo que habían hecho con el 3D, fue reemplazado por Jonathan Liebesman (Batalla: Los Ángeles) quien se desempeña muy bien con este tipo de propuestas.
Otro punto a favor es que eliminaron muchos personajes secundarios que no tenían razón de ser en la primera entrega y acá se concentraron en una historia concreta donde Liam Neeson y Ralph Fiennes tienen muchísima más presencia.
La trama es el aspecto más débil del film, ya que el foco de la película está puesto en la acción y al durar 99 minutos, que pasan rápido, el director tampoco tuvo el espacio para desarrollar un relato más elaborado y la interacción entre los personajes.
Es decir, en un punto, Furia de titanes 2 es una continuación innecesaria que no le aporta nada la historia original, pero ofrece un buen escapismo pochoclero que claramente cumple con el entretenimiento.