Es difícil establecer en el mainstream del cine de Hollywood de hoy un parámetro lógico que ayude a determinar la razón por la cual la inversión de tiempo, esfuerzo, creatividad, imaginación y dinero, no se traducen en productos correctamente elaborados. ¿Por qué se puede ver la versión original de 1981 de “Furia de Titanes” y sentir que había una mínima preocupación por la elaboración de personajes y conflictos, aún contrastándola con el poderío visual de su remake de 2010?
La sensación es que los efectos especiales tradicionales, el CGI, y los tremendos efectos de sonido, en lugar de resolver la credibilidad visual de una escena de alguien cayendo al vacío, o de un guerrero trepando el lomo de un monstruo, se han transformado en la atracción principal. La verdad; la ecuación es bastante sencilla: sin ideas no hay guión, y sin guión básicamente no hay cine.
Es más, tampoco importa el rigor histórico-mitológico. ¿Quién no fantaseó alguna vez con Godzilla enfrentando a King Kong, o con el Hombre Araña peleando contra el Guasón? Entonces ¿por qué no tomar personajes de la mitología para que diriman sus cuestiones a trompada limpia?
La cosa no pasa por ahí. Stephen Sommers reunió al Dr Jeckill con Drácula, Frankenstein y el Hombre Lobo en una misma película (“Van Helsing”, 2004), sin construcción de personajes ni decisión concreta por tomársela en serio o con humor. O sea, un híbrido.
En “Furia de titanes 2” es innegable la versatilidad que se ha logrado con los efectos especiales y visuales. Escenas como la de Cronos surgiendo de un volcán, o la del protagonista con el Minotauro son realmente impactantes, pero se justifican por sí mismas y no al servicio de la historia que se narra. Lo mismo sucede con Sam Worthington y todo el plantel de intérpretes, con Liam Neeson y Ralph Fiennes a la cabeza. Es cierto, no tienen con qué trabajar si el guión que les tiran por la cabeza da por sentado que el todo el público conoce a los dioses griegos como a Los Simpsons.
Ares, Zeus y Poseidón van peleándose por ahí como para que "los devoren los de afuera", o mejor dicho el de afuera, porque Cronos anda con ganas de romper, matar, y todas esas cosas que se hacen cuando uno despierta después de muchos milenios. En el medio, Perseo (Sam Wothington) ya no quiere pelearse sino vivir de la pesca.
Allí encontramos la idea básica para un diez por ciento de desarrollo. El resto es lo que ya hablamos.
“Furia de Titanes 2” encontrará su público en aquellos fanáticos del pochoclo y el entretenimiento-espectáculo con un 3D que efectivamente tira rocas y fuego a la platea. Es eso. Nada más.