Creer o Reventar
El género peplum se volvió a poner de moda. Digamos que todo comenzó con Roma, tras el éxito de Gladiador y por supuesto, después vino Grecia con sus mitos y dioses.
Tras el suceso de la primera parte dirigida por Louis Leterrier,, era predecible que llegara la secuela. Esta vez, Leterrier se quedó en la producción y fue elegido Jonathan Liebesman para llevar a puerto esta obra titanica.
Liebesman proviene del cine de terror/ciencia ficción clase B. No hizo un mal trabajo con la precuela artificial de La Masacre de Texas e Invasión a la Tierra: Batalla Los Angeles, fue bastante subvalorada.
Lo mejor, justamente, de la secuela de la obra del 2010 son algunas, muy pocas, decisiones de parte de dirección, que incluso permite afirmar que supera a la original. Liebesman se toma la película como una de clase B con gran presupuesto. Las criaturas mitológicas tienen formas más monstruosas que fantasiosas se podría decir. A su vez, Liebesman impone la cámara en mano (firma visual suya) en algunas escenas, por lo cuál la artificialidad es sutilmente, menor que la obra previa. A diferencia de Leterrier, las escenas de peleas, luchas, coreografías logran distinguirse. Leterrier tiene tendencia al caos visual, a la confusión. Como sucede con Michael Bay, los enfrentamientos creados digitalmente superan en velocidad a la percepción del ojo humano. Liebesman es más tranquilo y paciente. Además prioriza el espíritu de aventura que la historia amerita, le agrega humor a través del personaje de Agenor (Toby Kebbell), dosificando un poco la solemnidad.
Ahora bien, a nivel narrativo, Furia de Titanes 2 parece una telenovela familiar, que a medida que progresa se va enredando hasta quedar incoherente con su propio discurso e ideología. Los guionistas Johnson y Mazeau no supieron encontrarle la vuelta a lo que proponían desde el principio al final.
Básicamente, los dioses del olimpo están desapareciendo. Los humanos están dejando de creer en ellos, y por lo tanto si no hay fe, los dioses no pueden existir. Y si los dioses no existen el mundo se termina. Palabra de Zeus. Su hermano, Hades, en el infierno, quiere dejar escapar a Cronos, el padre de ambos para que destruya al mundo a cambio de dejarlos a ambos inmortales. Zeus advierte a Hades que se está equivocando, pero este lo toma prisionero y lo utiliza para hacerle una transfusión de poder (¿?) hacia Cronos, con ayuda del hijo bastardo de Zeus, Ares, Dios de la Guerra.
Los únicos que pueden destruir a Cronos y salvar a Zeus, son Perseo, hijo mitad Dios, mitad humano de este último, y Agenor, el hijo mitad humano de Poseidón. Ambos con ayuda de la Reina Andrómeda, deben encontrar la puerta del infierno para evitar que Cronos destruya el mundo.
Cuando una película clase B necesita ser explicada constantemente algo falla. No hay complejidad, pero los guionistas la crean. Liebesman no logra extraerle el discurso constante a la historia y además cae en confusiones mitológica, e incluso incoherencias ideológicas. Al principio pareciera que estamos frente a un folletín de la Iglesia Evangelista, y más tarde, resulta que los dioses son mortales, y sí se los destruye, el mundo no cambia. También hay “subtrama” romántica que tiene menos cabeza que las cabezas de las estatuas de los dioses. Tampoco se logra profundizar demasiado en la relación: padre – hijos – hermanos.
Los personajes son de piedra. El único que tiene cierta duda existencial es Hades, que vacila si hacer el “bien” junto a Zeus o ayudar a Cronos a liberarse. Pero la impasible mirada de Ralph Fiennes no permite distinguir su realmente estamos frente a un villano, un dios amigo. No sé. Liam Neeson cambia de barba, pero no de personaje: ya sea Ra’s Al Ghul, el león Asian, Qui-Gon Jinn o Rob Roy, se ha encasillado en el rol de líder sabio, e interpreta igual a todos. Pensar que ambos brillaron en La Lista de Schindler hace casi 20 años…
Decepcionantes son, por otro lado, las apariciones de Bill Nighy, Edgar Ramírez y Danny Huston. Rosemund Pike es una buena actriz mal aprovechada y Sam Worthington es más convincente en su avatar navi.
Vacía, sin alma, Furia de Titanes 2, entretiene pero no emociona. Ni siquiera como una mera diversión clase B. Poco aporta la banda sonora de Javier Navarrete (El Laberinto del Fauno) y el efecto 3D (lo único que se puede decir a favor, es que está mejor usado que en la primera parte, donde fue insertado en la post producción. Acá al menos se pensó desde el diseño de ciertas escenas).
Furia de Titanes 2 no da pie a reflexiones (tampoco que lo pretendiera), no innova ni genera algún tipo de debate o controversia en lo visual o narrativo, pero mientras siga facturando, los dioses de la Warner, se conforman.