Esta es la remake del no - clásico Furia de Titanes de 1981. Aquel film fue el canto del cisne del animador Ray Harryhausen, el que intentó obtener un último (y modesto) éxito con el género de la fantasía que tan buenos réditos le había dado con El Viaje Fantástico de Sinbad o Jason y los Argonautas en su momento. Pero en los años 80 los efectos especiales y los gustos del público estaban cambiando; Harryhausen y sus dragones de plastilina animados cuadro por cuadro habían perecido frente a los gigantescos AT - AT de El Imperio Contraataca y la parafernalia de FX de la factoría de George Lucas. El animador más famoso del stop motion se había convertido en una pieza de museo, y Clash of the Titans era su despedida.
Acá han hecho un grueso lifting a la historia, y no sólo en la parte de los efectos especiales. El problema con la nueva versión de Clash of the Titans es que no se siente como mitología griega trasladada a la pantalla sino como un relato de fantasía con elementos reciclados de segunda mano. Los humanos sienten que los dioses son tiránicos y entran en guerra con ellos (¿cómo los simples mortales pueden matar a un dios?); incluso llegan a sitiar al monte Olimpo, como si fueran las tierras de Mordor de El Señor de los Anillos. Hay personajes fantásticos de todo tipo y color - Djinns (seres sobrenaturales del desierto, y que son los antecesores conceptuales de los genios al estilo de Las Mil y Una Noches), cazadores furtivos que domestican escorpiones gigantes (como los hombres malvados de Ruhr) - que son totalmente ajenos a los mitos griegos y parecen más propios de una fantasía al estilo de Tolkien. Y todo ello suena como una mescolanza de ideas y estilos que no es totalmente compatible entre sí.
Es que, en realidad, para apreciar Furia de Titanes 2010 como corresponde hay que apagar el switch mental de la memoria. Olvídese de lo que usted entiende sobre las leyendas griegas (o de lo que recuerda del filme de 1981); este mundo funciona muy diferente aunque usa nombres de personajes muy conocidos. Ya no es una pelea de celos entre dioses por el favoritismo de sus hijos naturales, sino una lucha épica entre humanos y deidades - y que posiblemente Hades esté manipulando desde las sombras para voltear a Zeus -; Calibos no es el hijo de un dios convertido en sátiro deforme, sino el antiguo rey de Argos, castigado por Zeus y seudo - padrastro de Perseus; el héroe no es el romántico empedernido que iba a salvar a la doncella de su terrible destino, sino un resentido de aquellos que quiere ir a patearle el trasero a sus parientes divinos y que, encima, se enamora de otra mujer que no es la princesa de Argos; ... y tan sólo con ese puñado de cambios la historia se termina por sentir diferente y no muy redonda. Hay algo que patina en la lógica de todo esto - Zeus apoya a su hijo con armas y ayudas, aún cuando Perseus quiera destruir a los dioses -, por lo que no termina de cerrar.
Pero por el resto, es un filme competente. La acción está ok; los diálogos son buenos, y hay un tufillo de camaradería - onda La Comunidad del Anillo - entre los protagonistas que funciona bastante bien. Como el héroe de marras, Sam Worthington está simplemente correcto - lo mismo que pasaba con sus perfomances en Terminator Salvation y Avatar - y no hace nada memorable; y el único del cast que inyecta algo de energía a su papel es Mads Mikkelsen como el general que lo acompaña en la expedición. Gemma Arterton no deja de ser una pieza de utilería; y en el Olimpo todos caen bajo el síndrome Laurence Olivier del filme original, actuando en piloto automático y pasando a buscar inmediatamente su cheque.
Furia de Titanes 2010 es un buen espectáculo. Es movido, es correcto, es ameno. Las escenas de acción del filme de 1981 siguen presentes aquí, mejor coreografiadas y más pulidas en lo técnico; pero los cambios conceptuales en la trama no cierran, porque son transplantes de otras historias de fantasía. Pero si uno no le presta atención a esos detalles, se encontrará con un show más que adecuado para pasar el rato.