Louis Leterrier, realizador francés de televisión, y en cine de “El Increíble Hulk” (2008), fue convocado para la remake de la recordada, no por lo buena sino por su multiestelar elenco; “Furia de titanes” que se estrenó en 1981. La comparación sería odiosa pero en este caso además innecesaria, porque para la nueva versión se tomó la base argumental de la primera pero el desarrollo encara otro rumbo bastante diferente y modifica sustancialmente el mensaje, a pesar de ser muy rica en la mitológica historia de Perseo.
Es que desde el comienzo el semidios es singular. Su nacimiento ocurre dentro de un ataúd arrojado al mar y en el que ha sido encerrada su madre embarazada; al ser rescatado es criado por padres adoptivos que morirán, como efecto de daño colateral, cuando el dios Hades ordena a unos soldados derribar la estatua de Zeus. Entonces Perseo renunciará a sus privilegios y buscará vengar la muerte de su familia a través de mil peripecias, aunque tiene tiempo para conocer a la hermosa Andrómeda, quedar prendado de ella y tratar de rescatarla de su horrible destino de ser victima de sacrificio al Kraken, personaje éste que si bien aquí aparece mezclado con los griegos en realidad es un ser mitológico escandinavo, que ni loco se hubiera sumergido en las cálidas aguas del mar Egeo.
Un Perseo indignado, furioso y también enamorado recorre de punta a punta la pantalla para luchar contra gigantescos escorpiones y la Medusa, ser que transformaba en estatua de piedra a qienes la miraban a los ojos, y también vuela sobre el caballo alado Pegaso, todo lo hace entre efectos especiales y sumergido en la profundidad virtual que da el novedoso sistema 3D, aunque en esta ocasión un poco desaprovechado al haber sido incorporado en la postproducción, y por tener los cuadros cinematográficos la limitación óptica de colores oscuros con predominancia de los marrones pastel, algo no conveniente para un sistema visual con base en los primarios rojo y azul.
El guión de Phil Hay, Travis Beacham y Matt Manfredi (tres guionistas) no profundiza en el carácter de ninguno de los personajes, sólo va a la anécdota de sus acciones y en ella se queda, y resulta así que Caronte con su barca en la que traslada a los muertos hacia la orilla contraria a la vida es el único personaje del que al espectador le llega su justificación, aunque por razones obvias.
De esta manera de escribir resultó que los actores se encontraron sólo con esquemas de los personajes a interpretar y, como casi siempre sucede en casos así, los malos se llevan las “palmas” (término adecuado ya que de mitología griega tratamos), luciéndose Jason Fleming como Calibos, y Ralph Fiennes como Hades, mientras que el ahora actor mimado de Hollywood Sam Worthington compone correctamente al protagonista desde la impetuosa virilidad de un joven que descubre una realidad desagradable, aunque su imagen dista un poco de los aproximadamente veinte años que debería tener el semidios Perseo. Brevemente se ve como Zeus a Liam Neeson con poca soltura a la hora de componer al más poderoso de los dioses griegos, quizá por estar encorsetado su altísimo cuerpo en un traje que pareciera ser de papel de aluminio.
Leterrier ha logrado una realización correcta dentro de lo que se espera del género épico de aventuras hollywoodense, que posiblemente no pase a la gran historia del cine con esta versión pochoclera, pero puede ser que lo haga con la trilogía de semidioses greco-romanos que estaría en los planes de Warner Bros y de la que está obra cinematográfica sería la primera. Los espectadores aunque no sean seguidores del género se entretienen, sobre todo con los efectos especiales y los animatronics realizados de manera impecable por Neil Corbould