Cuando la acción y las explosiones no alcanzan para convencer al espectador
G.I. Joe: El contraataque posee, en su dinámica forma de relato, ciertos aires que nos pueden hacer recordar a algunas que otras buenas películas de acción de los años noventa, pero con la desdicha de no brindar nada nuevo o sorprendente que genere en el espectador un motivo distinto por el cual retenerla en su mente.
Bien filmada y con un ritmo ameno, esta secuela no necesita de un guión demasiado elaborado, dado su cometido: el de entretener (más que nada a fans del género) a base de diversas escenas de enfrentamiento, explosiones y disparos por doquier. Pero este punto (el primordial del film) parece no bastar para enlazar por completo a todo aquel que intente hallar algo que, más allá de lo que suele ofrecer el rubro en sí, lo satisfaga o lo entusiasme de lleno en materia cinematográfica.
Luego de un comienzo agradable y con una buena dosis de tiros, cuando la película empieza a decaer un poco por la mitad de su proyección, la aparición de Bruce Willis le da un pequeño salto de calidad. Éste, activando el piloto automático y actuando prácticamente de sí mismo, en un papel que, como ya hemos visto y conocemos de memoria, sabe hacer más que bien.
Curiosamente y a pesar de contar con múltiples secuencias de enfrentamientos y despilfarres de municiones, en G.I. Joe: El contraataque la sangre parece no existir, quizás en un intento por llegar a todo tipo de público en esta pochoclera pero poco trascendente cinta.
LO MEJOR: acción, buenas escenas, musicalización.
LO PEOR: previsible, no ofrece nada que no se haya visto. Poco recordable.
PUNTAJE: 5