Yo te quiero libre
Por momentos Gabi on the Roof in July brilla con la luz de su protagonista y luce libre, desprejuiciada e impúdica.
En la década del 90, avalado por el Festival de Sundance, cobró particular empuje la marca cine indie estadounidense. Sin que este rótulo defina una forma de ver el mundo, pensarlo o de hacer cine alejado de los cánones tradicionales. De hecho la mayoría de las películas indie que conocemos son réplicas del mainstream hollywodense con menos presupuesto. De ese pseudo movimiento surgieron nombres que alimentan la gigantesca maquinaria audiovisual estadounidense (Soderbergh, Coen y Tarantino) pero resulta más difícil encontrar herederos dignos de los autores más personales y outsiders.
Con la democratización del audiovisual, la baja de costos, la mayor cantidad de escuelas de cine y la proliferación de festivales indie también en EE. UU. se multiplicó la cantidad de pequeñas películas que se realizan cada año (e incluso se generaron nuevas corrientes como el mumblecore).
Gabi on the Roof in July, como Bummer summer es una de esas pequeñas películas personales hechas a pulmón, más preocupadas por retratar un espacio, un momento y un lugar que de pegar el anhelado salto a las grandes ligas del cine industrial.
Gabi llega a N.Y. a pasar el verano con su hermano Sam. Ambos tienen aspiraciones artísticas y miradas antagónicas sobre lo que debería ser el arte. Gabi es muy joven, vital y desinhibida, para ella el arte, que puede ser su propio cuerpo, debe interrelacionarse con la gente y no debería descansar en museos para el placer de una burguesía acomodada. Sam, en cambio, ya es un artista profesional y su concepción del arte está integrada a la lógica de circulación y comunicación de estos tiempos.
Por momentos Gabi on the Roof in July brilla con la luz de su protagonista (a la vez montajista y productora) y luce libre, desprejuiciada e impúdica. La mayor parte del relato se construye desde esa impudicia que se torna potencia creativa y le da un aire refrescante a la narración. Pero como dice Sam (que no es tan libre y se opaca en conflictos y dilemas comerciales/amorosos) "Nadie puede vivir en New York sin trabajar" y sobre el final su mirada empieza a imponerse.
El filme es muy valioso y sin dudas deberemos agendar los nombres de Sophia Takal y Lawrence Michael Levine para seguirles los pasos futuros.