La última carta de DreamWorks.
Algo que debo decir de este año que se fue es que, pese a que contamos con grandes estrenos, también tuvimos perdedores notorios, como suele pasar, pero nada se compara con el año nefasto que padeció la animación en sí.
Los estrenos que surgieron apenas si aportaron una mínima pizca de creatividad y, centrándonos en los grandes estudios, sólo unos pocos no pasaron desapercibidos. Una suerte que pareció cambiar con Pinocho de Guillermo del Toro a la que se suma ahora la secuela del Gato con botas (2011).
Ese personaje, que resultó ser una de las mejores adiciones de Shrek 2, nos impactó con la gran interpretación de Antonio Banderas, tanto en inglés como en español, así como su consecuencia lógica: el Gato tuvo una serie propia y el filme homónimo dirigido por Chris Miller.
Un suceso que ni Burro pudo haber soñado. Gato con botas, en cambio, es un personaje que derrocha carisma, donde Banderas le añadió elementos propios del Zorro, aunque jugando con la naturaleza “traicionera” de los gatos, dando una original combinación.
En esta nueva entrega, el Gato se entera que se le terminaron sus nueve vidas, por lo que sale en búsqueda de una estrella del deseo para recuperarlas. Como suele pasar cuando hay un objeto de enorme poder, en manos equivocadas esto podría convertirse en un auténtico caos.
Con el regreso de Kitty Patita suave, con la voz de Salma Hayek, y Perro, un nuevo personaje, ambos se unen al Gato para la búsqueda de la estrella, pero también deben lidiar con Ricitos de oro y los tres osos que son cazarecompensas, enviados por Jack Horner que quiere acabar con toda la magia existente.
Más allá del villano olvidable, tenemos en compensación una nueva capa del Gato con botas, inexplorada, que acá nos da una pequeña dosis de emotividad. No sólo del lado de los héroes tenemos esa veta, sino también del lado antagónico: Ricitos de oro (con un marcado acento argentino por Julieta Nair Calvo en la versión doblada) nos regala uno de los momentos más emotivos pese a no prodigarse en demasía.
Con grandes escenas de acción y un Gato más vulnerable, que filme a filme va evolucionando, el filme nos augura un presunto renacimiento (algo que pareció hacer Pixar con Lightyear pero se estrelló en el camino) de DreamWorks, que va sacarlos de aquella crisis creativa que viven desde hace años.
Gato con botas: El último deseo marca el inicio de un 2023 más prometedor, al menos en el campo animado.