«Shrek» (2001) fue una de las grandes películas de animación de los 2000, que marcó cierta tendencia tanto en lo referido a la animación que para el momento se ubicaba como una digna respuesta a las proezas técnicas de Pixar, y también en lo referido a lo narrativo, planteando una aggiornamiento de los cuentos de hadas y un humor bastante ácido llevando el plano actual y referencias pop a los clásicos y por demás contados cuentos infantiles.
Las secuelas no tardaron en llegar y si bien «Shrek 2» (2004) es de esas películas que no solo está a la altura de la original, sino que hasta en cierto grado la superan, las otras dos secuelas que tuvo la saga fueron bastante olvidables al igual que el primer spin-off «Gato con Botas» (2011) que no supo aprovechar los grandes aspectos del personaje del título que lo convirtieron en uno de los aciertos de «Shrek 2».
Once años más tarde llega la secuela del spin-off como muestra clara de la crisis reinante en Hollywood donde toda producción parece tener que estar anclada en fórmulas probadas para tener luz verde por parte de algún estudio. No obstante, y contra todo pronóstico, esta tardía secuela del adorable felino interpretado por Antonio Banderas, es un gran acierto que encantará tanto a los más pequeños como a los adultos.
El largometraje sigue nuevamente las aventuras del personaje del título, quien descubre que, tras varios años de aventuras y diversiones, ha consumido/gastado ocho de sus nueve vidas. Ante el miedo a morir, el gato emprende un viaje épico para encontrar la estrella mágica del centro del Bosque Oscuro y poder pedirle un último deseo donde las vidas le sean restauradas. Obviamente no será el único que esté detrás del preciado y mágico tesoro, primero deberá enfrentarse ante el temible Lobo (Wagner Moura) que vendría a ser una representación física de la muerte, pero también deberá lidiar con Jack Horner (John Mulaney), un pastelero despiadado, Ricitos de Oro (Florence Pugh) y su familia adoptiva de osos, Mamá (Olivia Colman), Papá (Ray Winstone) y Bebé Oso (Samson Kayo), y también tendrá a un viejo amor en la búsqueda de la estrella, Kitty Patitas Suaves (Salma Hayek), quien funcionará como adversaria en primera instancia y luego como ayudante.
Además de presentar una narración clásica de búsqueda del tesoro pero con ciertas vueltas de tuerca bastante atractivas y originales, el fuerte de esta secuela radica en una mezcla de técnicas de animación que le dan un look similar al que vimos en «Spider-Man: Un nuevo universo» (2018), donde se yuxtapone desde un estilo de animación 2D con 3D, animación hecha por computadora, pintura, una paleta de colores alucinante y otros recursos que le dan vida a este mundo de fantasía donde se desarrolla la acción. El diseño de personajes también es muy destacable y recobra el espíritu que pudimos ver en las primeras dos películas de «Shrek», recuperando esa irreverencia en la re imaginación de los personajes clásicos. Por otro lado, el casting de voces con el que cuenta el film es superlativo y realmente se nota un gran trabajo a nivel interpretativo.
«Gato con Botas: El último deseo» es el caso de aquella secuela tardía que funciona y que no solo brinda un entretenimiento para toda la familia, sino que además posee varias capas para analizar tanto en lo técnico como en lo narrativo (el miedo a la muerte, la valentía, el amor, la familia y varias otras cuestiones son tratadas con una profundidad que va más allá del mero entretenimiento para los más chicos). Y como siempre, Antonio Banderas se luce (y se divierte) con un personaje que conoce de pies a cabeza y que se encuentra entre los papeles más destacados de su carrera.