Ya sé que estoy piantao.
El cine argentino tiene aún varios desafíos que enfrentar en lo que respecta a largometrajes. Sin embargo, de a poquito va decantando muchos productos que colman las expectativas tanto de realizadores y productores, como de espectadores. En esa línea se encuentra Gato Negro, un film dirigido por Gastón Gallo y protagonizado por un ENORME Luciano Cáceres.
En primer lugar sorprende gracias a que abarca unos 40 años de tiempo a lo largo de toda la trama. Eso implica cambios drásticos en el vestuario, la fotografía, el diseño de producción, y lo más complicado de todo, la realidad político-social argentina durante cada una de esas épocas. La película comienza cuando Tito (Cáceres) es apenas un niño tucumano rebelde, cuyo único sueño es dejar atrás su ciudad natal y trasladarse a Buenos Aires, donde todo lo que él desea podrá volverse realidad. Pero, pese a su valentía y decisión, necesitará tiempo y trabajo hasta que la suerte se ponga de su lado y a su depresiva madre se le presente una oportunidad laboral en tierras porteñas. La llegada a la capital no es para nada lo que Tito anhelaba, ya que es metido en un colegio pupilo, donde su rabia por un padre ausente apenas cesará una vez que decida escapar de ese lugar, intentando dejar rezagado un pasado pueblerino que nunca termina de convencerle.
A partir del momento en que el joven decide comenzar a correr un camino que parece no tener rumbo, todo en su vida serán oportunidades que sabrá aprovechar como buen campesino interino, humilde y perseverante. Así es; Tito jugará en las grandes ligas, consiguiéndolo todo a fuerza de trabajo duro y algún que otro ‘tejemaneje’. Casa, auto, esposa, hijo, empresa… Más de lo que el pibe se animaba a aspirar. Pero no todo lo que brilla es oro en la vida de cualquiera de nosotros, y es por eso que más de un gato negro se le cruzará por delante al protagonista, poniéndole varios obstáculos familiares, sociales y laborales.
Texto
Se trata de una metáfora de la vida misma y de un retrato social que se enfoca sobre todo entre los años 60 y 80, en nuestra golpeada Argentina. Personalmente la recomiendo fervientemente; se trata de un producto osado, que asume riesgos, muy bien actuado y con un trabajo de producción verdaderamente notable. Luciano estrena un acento tucumano excelente, lentes de contacto oscuros y una energía impresionante a la hora de plasmar su personaje; sin duda, es el alma de la película.
Denle la oportunidad a Gato Negro porque es otra de las apuestas locales que sorprende. Tiene drama, tiene acción, tiene humor, tiene historia y hasta tiene ‘poesía’. Completan cartel: Lito Cruz, Luis Luque, Leticia Brédice y Favio Posca, entre otros. Y no puedo no mencionar el elaborado trabajo con los niños, una regla difícil de romper a la hora de hacer cine. Mismo pensamiento para con la banda sonora, la cual muchos directores obvian cometiendo el grave error de dejar a un lado la música, uno de los condimentos más importantes a la hora de mover emociones en el espectador. Y ya sé que suena feo, pero lo voy a decir igual; ¡Suerte Gato!