Gato por liebre
El trabajo con la animación resulta más que correcto. Se advierte un cuidado en la forma que demuestra que hay posibilidades en el país para seguir desarrollando esta técnica, por lo menos con dignidad.
Quizá tenga un concepto equivocado de Gaturro (debo decir que nunca he sido un seguidor de la tira humorística que publica La Nación) pero siempre lo percibí como una creación de Nik para desarrollar su mirada política. Una manera de exponer el sentido común más común a través de un comic relief que lee la coyuntura menos con la acidez de un observador inteligente que con la provocación de un adolescente. Su mismo nombre deja denotar una búsqueda facilista de la comicidad y un guiño adulto.
El salto a la pantalla grande (y al 3D) de semejante personaje bucea por otros caminos intentando atrapar a un público familiar siguiendo una trama que desarrolla un típico culebrón televisivo.
Gaturro, siempre obnubilado por el amor que siente por Agatha y que nunca se anima a expresar abiertamente, ve amenazada la relación ante la aparición de Max, un gato ganador, cool y seguro de sí. Para recuperar a su amada se convertirá en una estrella de televisión apoyado por su familia y sus amigos. Pero para conseguirlo se meterá en situaciones complicadas y (supuestamente) divertidas.
El trabajo con la animación resulta más que correcto. Se advierte un cuidado en la forma que demuestra que hay posibilidades en el país para seguir desarrollando esta técnica, por lo menos con dignidad. Y hasta el doblaje es un punto a favor. Pero el problema evidente es el guión. Una historia remanida, predecible, hasta aburrida. Con algunos gags que cumplen su cometido pero poco más. Eso sí todo matizado con números musicales y canciones pegadizas porque así (se cree) hacemos un filme más fluido y encantador. Puros prejuicios o preconceptos que se notan hasta en esa cierta mirada antigua en la construcción de los personajes que parecen seguir sosteniendo, por ejemplo, a la histeria femenina tal como se la pensaba en el siglo pasado XIX.
No sé si Gaturro conseguirá sumar nuevos adeptos, sobre todo en la franja etaria infantil, pero seguramente desorientará a sus antiguos seguidores.