El gaucho como un personaje rebelde frente a una sociedad que lo condena, vuelve de la mano del director Fernando Del Castillo para contar una historia que nace en un pueblo y crece en todo el país.
Antonio Mamerto Gil Nuñez (Roberto Vallejos) es un gaucho de Corrientes que vuelve a su pueblo luego de pelear en la Guerra de la Triple Alianza de 1870. Al regresar, el Coronel Salazar (Claudio Da Passano) lo recluta para volver a la frontera y continuar peleando. Al negarse, se enfrenta con el coronel y lleva una vida en la clandestinidad, desde donde va a luchar para poder lograr su libertad.
Con la imagen de San La Muerte y la Virgen María colgada del cuello, se cuenta la historia del santo pagano que nace en el norte del país y con el paso del tiempo se transformará en un personaje fundamental de la cultura popular conocido como el Gauchito Gil. Lejos de ser objetivo, el director nos muestra un gaucho cansado de luchar por una guerra sin sentido y con ansias de libertad. Es el pueblo el que se encarga de enaltecer su imagen a través de los años y colocarlo en un pedestal.
El doble desafío está en contar una historia narrada cientos de veces y no caer en la falta de originalidad. Si bien vemos la historia a través de los ojos del gaucho, mediante sus sueños y sus pensamientos, la composición de las imágenes que incluyen el campo y el cielo como protagonistas del drama, son parte fundamental de esta historia que se atreve a mostrar un gaucho corrompido por la sociedad.