El folclore de cada país tiene sus figuras icónicas: Japón tiene al Samurai, Estados Unidos tiene al Cowboy y Argentina tiene al Gaucho. En Gauchito Gil (2020) se plantea la conexión, al menos desde la narrativa cinematográfica, entre estos dos últimos, proponiendo un Western alrededor de una de nuestras figuras míticas.
Gauchito Gil: el hombre antes de la leyenda
El western, si bien relata un segmento de la historia muy propio de su país de origen, fue uno de los géneros con el cual el cine de Hollywood inició su penetración cultural en el imaginario mundial y que perdura al día de hoy. Presenta conceptos claros: algunos generales, tales como la justicia, la violencia, la redención (no pocas veces en forma de mujer), la culpa por los errores del pasado y la lealtad; y otros específicamente autóctonos como la Guerra Civil Norteamericana, la conquista de un terreno y la confrontación con la figura de los indígenas.
Si bien no le rehúye al aura religiosa que rodea a la leyenda, Gauchito Gil (2020) decide contar cómo llegó a serlo valiéndose de los códigos del western, y por ello el resultado es una película bastante dinámica. Se mantiene fiel a los códigos establecidos del género, pero sabe adaptarlos al verosímil histórico argentino donde se originó la leyenda. Acá se reemplaza la Guerra Civil Norteamericana por la Guerra con el Paraguay, las partidas de Póker son reemplazadas por partidas de Truco, el Sheriff es un Policía Gaucho y el paisaje del Monumental Valley cambia por el Litoral Correntino.
Hay una clara intención desde el principio de mostrarnos al hombre detrás de la leyenda. No es sino hasta que la película se aproxima a su desenlace que la leyenda como la conocemos hoy, y el aura que la rodea, empiezan a tomar forma.
Cabe señalar que el modo en el que muestra a la mujer está más asociado al western revisionista que al western clásico. El protagonista tiene dos intereses amorosos a lo largo del film: una de ellas brevemente desarrollada, pero que cobra más sentido con su deceso a causa de la fiebre amarilla (casi al estilo de la esposa de William Munny en Los Imperdonables); otra que cautiva al protagonista con su actitud y seguridad.
Roberto Vallejos se carga el protagónico titular valido de una gran fuerza expresiva, tanto facial como física. Su labor es apoyada por Claudio Da Passano, en el rol de una nada simpática figura de autoridad, y Paula Brasca, en el papel de la dueña de una estancia, al cual la actriz compone con segura austeridad.
Por el costado visual, Gauchito Gil (2020) presenta ricas composiciones de cuadro en formato Cinemascope, con el cual se capturan los amplios paisajes del litoral correntino y ajustadas piezas de acción como peleas cuerpo a cuerpo o el conciso tiroteo del tercer acto. Tal desenlace cuenta con una escena final que es la que más poesía evoca de todo el film.