Generalmente las biopics son relatos que se basan en hechos reales que rodean a artistas, personalidades históricas, deportistas, políticos y todo tipo de figura cuya vida tenga ciertos pasajes que merecen la pena ser contados. “Gauguin: Voyage de Tahiti” es un film que se propone indagar en cierto período de la vida del pintor francés Paul Gauguin y su viaje a Tahití, abandonando a su familia en tierras parisinas para poder perseguir su sueño de encontrar la inspiración que lo lleve a una pintura libre, salvaje y lejana de los códigos morales, políticos y estéticos de la Europa civilizada. Así es como se adentra en la selva, haciéndole frente a la soledad, la pobreza, la enfermedad, cambiando de aire para tratar de despertar ese espíritu artístico. Allí conocerá a Tehura, que se convirtió en su esposa y protagonista de sus más grandes pinturas.
A primera vista, el viaje que propone el largometraje parece ser sumamente interesante por la enorme figura del pintor, interpretado por el siempre genial Vincent Cassel (“Irreversible”), y por aquel atractivo período que llevó al protagonista a convertirse en el renombrado abanderado del postimpresionismo. Convengamos que también resulta curioso el caso de que haya alcanzado el reconocimiento detrás de su fallecimiento, lo cual no hace más que agrandar la leyenda de lo que se nos está contando. Sin embargo, todos estos elementos no son suficientes para compensar el tratamiento superficial a nivel narrativo y el carácter reiterativo, por momentos poco inspirado, de lo que se nos muestra. Edouard Deluc (Mariage à Mendoza) no logra generar interés y/o algo sustancial para relatar acerca del tortuoso y atribulado camino que recorre Gauguin. El sufrimiento del artista es mostrado y sugerido a partir de la sentida interpretación de Cassel y las bellísimas imágenes que propone Pierre Cottereau, consiguiendo retratar los preciosos paisajes de Tahití con destreza y el grado justo de poética, pero después falla a nivel narrativo. Es como que la serie de acontecimientos carece de cohesión y viajan a la deriva a través de una parsimonia que tampoco lleva a conectar con el espectador.
Todos los condimentos están ahí, una historia de base seductora, un buen elenco y un elevado trabajo a nivel fotografía. Lo que le falta al relato es unir todas esas partes en un guion un poco más trabajado. Si bien se reflejan ciertas actitudes y pasajes de la vida de Paul Gauguin, la cinta carece de la profundidad necesaria para poder revelar con mayor detalle la naturaleza del artista y el vínculo entre su dolorosa vida y la obra producto de ella. “Gaugin: Viaje a Tahiti” relata de manera monótona y trivial el periplo que atravesó el famoso pintor en un film que podría ser mucho más por la calidad técnica e interpretativa que rodea al relato.