El viejo y querido doppelgänger.
Una pareja norteamericana, Rachel (Teresa Palmer) y Anthony (Steven Cree), sufre un terrible accidente automovilístico en el que lamentablemente fallece uno de sus hijos gemelos, apenas un inocente pequeño de corta edad. Tratando de encontrar un poco de sanación tras el trágico acontecimiento, deciden cambiar de aire y mudarse de la caótica ciudad de Nueva York a una tranquila zona rural ubicada en Finlandia, o sea en el otro extremo del mundo. Es en esa apacible campiña donde Rachel empieza a intuir que su hijo sobreviviente, Elliot (Tristan Ruggeri), ya no es el mismo niño dulce de antes y que comienza a tener extraños y funestos comportamientos.
Gemelo siniestro (2022), dirigida por el director finlandés Taneli Mustonen (muy exitoso en su país debido a su film slasher de 2016 Lake Bodom), es una película de terror que trata complejos temas como el duelo familiar, también la figura del otro o el doble (muy establecido en el género del horror casi desde sus comienzos) y por último que toma elementos propios del Folk Horror, un subgénero que apoya sus conceptos en los ritos paganos, las sectas y todo el folklore y leyendas que habitan principalmente en la zona escandinava, que es justamente dónde se desarrolla la mayor parte del relato.
Volviendo al duelo, veremos que cada miembro de esta familia lo lleva como puede: Rachel, la madre, parece a punto de estallar a cada momento, desencajada, y es lógico que sufra de este trastorno tras semejante pérdida, nada menos que uno de sus pequeños hijos; Anthony, el padre y un escritor bastante frustrado, se volcará en el alcohol y Elliot, el otro gemelo, jura que ve y se comunica con su hermano fallecido diariamente y esto desde ya que desconcierta a sus progenitores. Quizás este elemento narrativo, el que se enfoca en el duelo, sea lo más flojo en una historia donde el impacto está bien canalizado en otros componentes. El retrato del niño fallecido, en pleno comedor familiar, ayuda a crear un clima enrarecido y macabro.
La figura del Otro en el cine de terror se ha mostrado casi siempre como algo que aparece para desestabilizar el orden de las cosas. Algo que viene a romper la normalidad diaria y a su vez el género lo usa para causar miedo, ansiedad, estupor. Hay una gran película, llamada justamente El otro (Robert Mulligan, 1972), un thriller psicológico acerca de dos gemelos, donde uno fallece también y que sirve como magnífico ejemplo de este concepto, de la dualidad sobre lo bueno y malo que habita en cada ser humano. En Gemelo siniestro, es Elliot el pequeño que sobrevive y presenta el doblegamiento en la presencia intangible de su hermano fallecido, a su vez que no termina de asumir su propia naturaleza maligna.
Por último, el director Taneli Mustonen se ha decantado por el Folk Horror como un recurso narrativo y estilístico lógico dada la locación donde se desarrolla la historia: los hermosos y misteriosos bosques finlandeses. Los elementos típicos de este subgénero son los ambientes rurales, el aislamiento, la religión, el poder y la oscuridad que se esconde detrás de tan espléndidos parajes. Es el llamado “terror rural y pagano”, y muchos directores especialistas en el género de terror moderno lo han aplicado con excelentes resultados: Ari Aster y sus magníficas El legado del diablo (2017) y Midsommar (2018) o el realizador Robert Eggerts en La bruja (2015). En el caso de Gemelo siniestro la aparición del demonio Baphomet sentado en un trono y levantando la mano, y también el sometimiento psicológico del que es víctima Rachel por parte de una extraña secta satánica.
En resumidas cuentas, Gemelo siniestro es una interesante propuesta que se queda a medio camino en su relato: le sobran aspiraciones, le falta vigor, innovación y algún susto bien dado.