Cine-catástrofe a la antigua con efectos contemporáneos en una película entretenida y un tanto absurda dirigida por el habitual coguionista de Roland Emmerich (“Día de la independencia”). Gerard Butler, Ed Harris y Abbie Cornish protagonizan este filme sobre desastres naturales que apuesta más que nada al espectáculo.
La “obra” de Dean Devlin y Roland Emmerich quizás nunca vaya a recibir el reconocimiento retroactivo que, para algunos, merece el cine de realizadores como Michael Bay, pero todos ellos provienen de aquel cine de acción y ciencia ficción de los ’90 que hoy resulta casi el último exponente de un cierto tipo de película: pre-100% digital, pre-Marvel, pre-multiuniversos. Si bien películas como DIA DE LA INDEPENDENCIA son en cierto modo madrinas del cine-espectáculo actual, sus raíces están claramente arraigadas en el siglo XX. Y acaso por eso en este siglo ni Emmerich ni Devlin consiguieron éxitos a la altura de aquella “época dorada”.
Es cierto. Bay tiene un estilo cinematográfico mucho más reconocible y específico que Emmerich y eso lo ha convertido en un realizador “analizable” por la crítica. En el otro caso, lo más reconocible son los temas y ciertos modos: la reformulación del cine-catástrofe en versión coral/internacional y, claro, el perrito que se pierde en medio del caos. GEO-TORMENTA no tiene a Emmerich como director sino a Devlin, guionista de muchas de las películas de Roland, pero –más que por un telefilme y algunos episodios de series– sin experiencia en cine de gran presupuesto.
Si bien sus modos no son muy distintos, Devlin trabaja en una escala un poco menos grandilocuente y absurda que su viejo compañero de aventuras. Y los resultados son, de manera relativa pero en cierto modo importante, diferentes. Dicho de otra manera: las películas de Emmerich (como 2012 o GODZILLA) pueden llegar fácilmente a convertirse en “placer culpable” (en plan “son tan malas que se disfrutan”) mientras que, a juzgar por GEO-TORMENTA, las de Devlin son un tanto mejores y menos ridículas sin llegar a ser del todo buenas. Curiosamente, eso la deja en un extraño limbo crítico.
Lo que sí tienen ambos es un timing entre bizarro e impecable. El estreno de esta película mientras el mundo está azotado por terremotos, huracanes, tormentas y maremotos, y donde las consecuencias del cambio climático se sienten cada vez más cerca, es políticamente justo aunque comercialmente un tanto dudoso, ya que es muy cercano a esos desastres como para poder verlos con la distancia del “entretenimiento”. No sé si esos eventos habrán provocado algún cambio en el montaje final, pero lo cierto es que la estructura de la película es rara ya que se siente como la secuela de otra película que jamás se hizo.
Explico. Al iniciarse el filme se nos cuenta muy rápidamente lo que podría haber sido la primera película entera: una serie de desastres naturales que acabaron con ciudades y países pero que fueron resueltos cuando la humanidad se unió para construir una suerte de estación espacial con miles de satélites que lograron controlar el cambio climático. El creador de esa tecnología, Gerard Butler en plan mecánico talentoso, es echado de su puesto por su trepador hermano menor (Jim Sturgess) ya que se rehúsa a ser usado como títere por las autoridades. Pero tres años después de salvar al planeta es convocado de nuevo ya que extraños accidentes climáticos han retornado alrededor del mundo.
Con Butler en la problemática estación espacial y su hermano –con quien no le queda otra que reconciliarse– investigando en la Tierra junto a su mujer, una agente del Servicio Secreto (Abbie Cornish), ambos tienen que encontrar quiénes están detrás de estos accidentes que no parecen ser precisamente naturales sino causados y saber cuáles son sus objetivos. Evidentemente es una operación coordinada (arriba y abajo) y los hermanos deben detenerla antes que la acumulación de estos nuevos desastres naturales lleven a la “geo-tormenta” que da título al filme y que acabaría con buena parte del planeta.
Con un gran elenco (además de los citados están Ed Harris, Andy García y el mexicano Eugenio Derbez, entre otros), la película respeta ese modo Emmerich de gran producción con formato narrativo clase B. Los efectos especiales pueden ser carísimoss –tanto los de las explosiones y desastres como los de las persecuciones–, pero la trama no se sostiene bajo ninguna, ninguna lógica. Como decía antes, el más bizarro Emmerich podía llegar con estas historias a niveles de absurdo risibles que convertían todo en algo impensadamente divertido. Devlin es un poco más cuidadoso en ese sentido, por lo que termina quedándose en un difícil punto medio: es una película demasiado absurda narrativamente para ser buena pero demasiado controlada para ser del todo un “placer culposo”.
De todos modos, para ciertos nostálgicos del cine-catástrofe sin superhéroes (aquí no hay tipos que vuelan pero la destrucción es similar: mueren millones de personas que no vemos y que deberían preocuparnos más que los héroes y… el perrito), GEO-TORMENTA posee un nivel de entretenimiento aceptable en su estilo old school adaptado a los efectos especiales de hoy. Es una pena, sin embargo, que Gerard Butler no esté pudiendo resolver todos los problemas del cambio climático en el mundo real. Su ayuda mal no nos vendría…