Nos tapó el agua
Geo-Tormenta es cine catástrofe sin una catástrofe, un capítulo largo de 24 sin todo lo bueno de la serie, y al final un torpe alegato anti-Trump.
Geo-Tormenta es una película de género catástrofe en la que no hay ninguna catástrofe; en cambio, parece más bien un capítulo largo de la serie 24 pero que pone torpemente el acento en las vueltitas de la trama y no en la acción; también es, por momentos, una película de ciencia ficción en el espacio que podría transcurrir igual en Arizona o Budapest; y, hacia el final, hasta se adivina cierta intención berreta de alegato anti-Trump, con una voz en off inexplicable que habla de la unión de las naciones del mundo para luchar contra el cambio climático. Esto es real.
Estamos en el futuro cercano (año 2019) y la tierra se ha visto azotada por diversas catástrofes naturales: terremotos, huracanes, temperaturas extremas. Un conjunto de 18 países se unió para construir un sistema de control del clima, al que llaman Dutch Boy, que consiste en varios satélites controlados por una gran estación espacial. El arquitecto de esto es Jake Lawson (Gerard Butler), que al comienzo de la película es expulsado del proyecto por su rebeldía y reemplazado por su propio hermano Max (un muy flojo Jim Sturgess).
Tres años después del despido de Jake, el clima de la tierra empieza a volverse loco. Aparentemente, Dutch Boy empezó a funcionar mal. El presidente de los Estados Unidos Andrew Palma (Andy Garcia) y su Jefe de Gabinete Leonard Dekkom (Ed Harris) llaman a Max y le piden que convoque a su hermano, la única persona capaz de arreglar el problema. Luego de un leve duelo verbal entre hermanos, Jake accede a viajar a la estación espacial para ver cuál es el problema.
La película transcurre entonces en la tierra, en donde Max deberá investigar quién está metiendo mano en el sistema junto a su novia Sarah (Abbie Cornish), una agente del Servicio Secreto, y en la estación espacial, con Jake y la ayuda de la comandante Ute Fassbinder (Alexandra Maria Lara), que harán lo mismo. Y además vemos, sí, algunas escenas de cine catástrofe, cada tanto, separadas del relato y sin ninguno de sus protagonistas corriendo peligro.
Los problemas de Geo-Tormenta son muchos. Por un lado, la gracia de 24 estaba en que siempre había una tensión, no importaba demasiado si Jack Bauer tenía que conseguir un pendrive, un código de la boca de un villano, o un nombre oculto en las paredes de una cueva; la zanahoria (o el McGuffin, como lo nombró famosamente Hitchcock) era la excusa para hacer avanzar la trama con persecusiones, tiroteos y duelos verbales, siempre con la amenaza del tiempo que se acaba y la tragedia inminente, que podía ser una bomba atómica que mate a millones o apenas el asesinato de una sola persona.
Pero en Geo-Tormenta, el acento está puesto en el McGuffin. Pretende que nos importen los vericuetos imposibles de la trama, si hay un virus, en dónde está alojado, cómo se hace para desactivarlo. Y hay muy pocos momentos de acción, en los que esos datos cumplan la función de generar cierta tensión. Incluso desperdiciaron a la hija de Jake (Talitha Eliana Bateman), que en ningún momento se ve amenazada y apenas está para que sufra por la suerte de su padre.
Hay un momento muy breve que pareciera ilustrar lo que debería haber sido Geo-Tormenta, quizás lo que en algún momento sus productores quisieron que fuera: una ola gigante cubre un desierto en Dubai. Es como una película alternativa: mientras los protagonistas discuten dentro de una muy floja película de espionaje, vemos a algunos extras en la que sí es una película de cine catástrofe. Hay un caso muy gracioso: un chico que pierde a su perro en el medio del desastre. Deben ser no más de tres escenas, pero es evidente que la intención es que nos preocupe la suerte de ese perro y de ese chico, a pesar de que apenas es un extra. Porque la película que decidieron contar es la otra.
No es casual que lo mejor de la película sean los personajes de Andy García y Ed Harris y la película levante apenas vuelo cuando la trama se dirige a ellos. Pero no alcanza. Y mucho menos alcanza cuando vemos que García es un presidente demócrata y entendemos que tema del clima quizás tenga que ver con una bajada de línea política. Y que confirmemos al final esta idea con esa ridícula voz en off.
Películas como esta hacen brillar aún más a otras de su género, como por ejemplo Día de la independencia. Cuando alguien diga que la película de Roland Emmerich es mala o que es un panfleto americano, bastará con contestar: “¿entonces qué queda para películas como Geo-Tormenta?”.