Scarlett Johansson protagoniza esta adaptación de la historieta y el posterior filme de animación japonés en la que una agente de seguridad con cerebro humano y cuerpo robótico debe enfrentarse con el villano de turno, pero más que nada con su propia historia y confusos recuerdos.
La versión hollywoodense y con actores del clásico del animé japonés GHOST IN THE SHELL se vio rodeada de controversias desde el principio, más que nada por las críticas que se le hicieron por usar a una actriz occidental (Scarlett Johansson) para hacer un personaje que, en los manga y en los filmes de Mamoru Oshii, es de una japonesa. Pero se trata de una discusión trivial: no solo la lógica del mercado lleva a que una película de este presupuesto sí o sí tenga que utilizar una estrella de fama global (y, convengamos, no hay tantas actrices asiáticas que sean taquilleras fuera de sus respectivos mercados) sino que la propia lógica de la película –que juega con identidades inventadas, falsas, cibernéticas– vacía de concepto a esa propia crítica.
Lo cierto es que, dejando de lado la controversia, LA VIGILANTE DEL FUTURO (discutible título en castellano del filme, que mantiene el original como subtítulo) prueba ser un filme de ciencia ficción un tanto retro en su concepción, por más que sus imágenes y efectos en 3D lo pretendan hacer pasar por ultramoderno. Y no digo esto como algo negativo. De hecho, en la película de Rupert Sanders (BLANCANIEVES Y EL CAZADOR) conviven el espíritu y el look de BLADE RUNNER, el animé japonés y toda aquella ciencia ficción existencial con el obligatorio combo de escenas de acción sin el cual, aparentemente, no se pueden gastar demasiados millones de dólares en estos tiempos.
Si uno vio el animé original de 1995 sabe que la búsqueda del personaje principal tendrá que ver con descubrir su propia identidad más que en atrapar a un villano de turno. Y si bien la narrativa tiene bastantes diferencias (aqui la trama es mucho más simple, clara y directa que en el filme japonés), la lógica es similar. Sí, hay un villano por atrapar. Sí, hay una serie de vueltas de tuerca al respecto. Pero, en lo profundo, sigue siendo la historia de un cyborg (cerebro humano, cuerpo robótico) que empieza a sentir cómo ese “fantasma” (recuerdos, alma, conciencia humana) empieza a liberarse de su caparazón mecánico, con los evidentes problemas –tanto personales como “laborales”– que eso puede presuponer.
De entrada se nos dice que The Major es el primer experimento funcional de esa cruza humano-robótica. Creada por la empresa Hanka, trabaja como agente de ciberseguridad gubernamental en New Port City, ciudad que parece ser una Hong Kong de un futuro no tan lejano con avisos publicitarios un tanto más grandes y en 3D pero con muchas similitudes con la actual. Una aparentemente poderosa organización está tratando de entrometerse en esas redes por lo que la chica comanda un equipo que tiene la misión de detener al peligroso pero muy inteligente sujeto encapuchado como extra de un episodio de STAR WARS que la comanda. Takeshi Kitano (en un rol más breve que el cartel que tiene y que parece haber sido agregado a último momento –hablando en japonés– para evitar las críticas de casting) encarna a su jefe mientras que Juliette Binoche tiene el rol de la creadora de la criatura en un elenco que completan Michael Carmen Pitt (así se hace llamar ahora), Peter Ferdinando y Pilou Asbaek en los otros roles centrales.
De entrada vemos que The Major sufre pequeños “glitches”, ya que su visión cibernética se interrumpe de tanto en tanto con imágenes que dejan en claro la historia previa que permanece en su cerebro (su cuerpo, por más realista que parezca, es pura tecnología robótica). En su lucha por encontrar al hacker y descubrir qué juegos se esconden detrás tanto de sus amenazas como de la propia compañía para la que ella trabaja, el eje empieza a correrse hacia ese lado, si se quiere, más existencial. La película termina siendo una cruza concisa, accesible y relativamente entretenida de ese universo (“¿quién soy?”, “¿qué es real en un mundo virtual?”, ¿cuánto de verdad hay en mis recuerdos?”) con el más propio del cine de acción, con escenas que sirven para el lucimiento del 3D y de algunos efectos digitales. Pero ni por lejos se le acerca a la original MATRIX, aunque es mucho mejor que sus secuelas.
Por momentos, como buena parte del género en su versión más ciberpsicoanalítica, LA VIGILANTE DEL FUTURO sufre de una redundancia de frases un tanto grandilocuentes que no hacen más que poner en palabras lo que es evidente en los conflictos de la protagonista. Pero eso es casi una marca registrada del género: sin un momento pseudo-shakespeareano, parece, los guionistas sienten que no hicieron del todo los deberes. Aquí hay varias –la mayoría, obviamente, sobran– pero no alcanzan a interrumpir una narración que es llamativamente fluida y clara, sin las infinitas complicaciones no solo de la original sino de la mayoría de los tanques de los últimos años. Esa claridad estructural permite que el espectador se enfoque en detalles específicos que la película maneja a la perfección, como el diseño de producción o ciertas breves pero efectivas y en algunos casos hasta impactantes escenas de acción.
Y Johansson, en una versión un tanto más pop de su extraño personaje de UNDER THE SKIN, prueba ser una elección más que efectiva para conducir el relato. ¿Es una gran película la nueva versión de GHOST IN THE SHELL? No, no lo es. Pero, salvo los fans acérrimos del animé (o del manga original de 1989), nadie saldrá decepcionado de la experiencia. Es una remake creativa que no intenta copiar paso a paso la original y un filme que hace honor, a su manera, a la clásica y tan mal usada expresión “ciencia ficción”.