El mundo que se plantea en Ghost in the Shell, desde el manga original hasta la última película estrenada, es un mundo de límites difusos. La distinción entre hombre y máquina es cada vez más difícil a medida que la población se pone más y más implantes tecnológicos que mejoran su cuerpo. Los límites culturales también son poco distinguibles: la acción transcurre en un Japón distópico en el que cohabitan franceses, americanos, ingleses, japoneses, africanos, y entre todos el pase de un idioma al otro sucede sin mayores dificultades. En este contexto y, justamente, por este contexto, Major (Scarlett Johansson) es única. Es el primer ¿humano? cuyo cuerpo es completamente artificial. En esa carcaza habita su mente, su “fantasma”. La película animada de 1995 planteaba como conflicto central la pregunta: “¿Qué soy?”. La versión que nos llega ahora a nosotros, dirigida por un Ruper Sanders, empieza con esa pregunta, pero, no tan lentamente, la deja de lado por otra un poco más acotada: “¿Quién soy?”.
Se habló bastante de que el casting de Scarlett Johansson es parte de lo que se llama whitewashing, es decir, poner a un actor blanco a interpretar un personaje que, tradicionalmente, es de una minoría (en este caso, un personaje asiático). Los motivos extracinematográficos por los que se tomó esa decisión, en esta nota, no me interesan. Los problemas de Hollywood en cuanto a representación existen, pero el análisis caso por caso es inútil e irrelevante, el diagnóstico solo se puede hacer en una escala macro.
Por lo tanto, en el contexto específico e individual de Ghost in the Shell, el casting de Scarlett no es gratuito. El conflicto de Major en la película es, como dijimos, la búsqueda de su propia condición de ser y, en concreto, la búsqueda de su identidad individual. Quién era antes y qué/quién es ahora. En este sentido, en un mundo donde los límites culturales y humanos están constantemente puestos en juego, que haya una discordancia racial entre el cuerpo y la mente le agrega una capa más a ese conflicto. Esto también estaba, en cierta medida, en el anime original: el ghost del villano era un hombre, pero el cuerpo que habitaba era de una mujer. ¿Qué es lo que define quiénes somos? Como el anime (pero de una manera bastante distinta), la película no ofrece respuestas claras.