Nueva identidad
¿Qué se puede esperar de una adaptación? Primero, que respete el estilo original o que no lo haga forzadamente. Segundo, que logre no ser una mera copia y trascienda hacia su propio espíritu.
Por eso muchos se mostraban escépticos y desconfiados por lo que pudiera brindar esta versión de Ghost in the Shell (La vigilante del futuro – 2017) al venir de un animé tan complejo y filosófico. A pesar de eso, la expectativa al verla era obligada (por eso escribimos este artículo al respecto) y se puede decir que la versión protagonizada por Scarlett Johansson cumple en algunos aspectos, como en lo del “white-washing” que se encuentra bien justificado. Pero dejando esa polémica de lado, en otros puntos nos dejó con las ganas.
Lo más fuerte del film está puesto en lo visual, los efectos y en la escenografía armada con CGI. Un poema visual para muchos de los amantes del cyberpunk y del futurismo. Entre Tokyo y Hong Kong, por momentos marginal, por momentos andrógino, con hologramas decorando la ciudad por todos lados. Los planos fotográficos que muestran la ciudad en profundidad son muy bien logrados y adaptados con la misma genialidad que la versión original. Ni hablar los efectos especiales, se trata de un film que obliga al espectador a ir al cine con su 3D bien ejecutado.
En principio podemos decir que el film actual remite a partes de la película original de Ghost in the shell (1995) y a cuestiones centrales de la segunda temporada Stand Alone Complex (2002). Se trata de una historia que combina ambos argumentos para armar uno relacionado. La protagonista es la Mayor Mira (Scarlett Johansson), un androide de cuerpo robótico al cual lograron mantener con su cerebro con vida. Es la primera en su tipo, ya que los seres humanos hasta ese momento solamente van incorporando prótesis robóticas a su físico.
Ella es la líder de la sección 9, un grupo policial del gobierno que se encarga de evitar delitos complejos. A medida que avanza la película, debe encontrar a Kuze (Michael Pitt), un hacker que conspira para destruir a todos los que formaron parte del proyecto 2751 de la compañía Hanka Robotic, la misma que le dio la nueva vida a Mira.
La primera mitad del film se hace algo densa a pesar de las escenas de acción. Sobretodo en algunos diálogos, las explicaciones se hacen algo acartonadas y no logran llegar a la profundidad filosófica que tiene el animé original. Visto desde el objetivo de llegar a un público masivo puede entenderse esta intención.
Más allá de la falta de profundidad, los diálogos en general son de las fallas más contundentes del film. No hacen lucir a su protagonista, ni a los personajes secundarios y especialmente a un personaje tan importante como el Dr. Cutter (Peter Ferdinando).
En la segunda mitad del film, cuando Mira y Kuze se encuentran, la acción levanta y toma cierta profundidad más abocada a la crítica del poder de la corporación Hanka. La cuestión filosófica sobre la búsqueda de la identidad es muy liviana, pero en la relación entre Mira y la Dra. Ouelet se ven muy superficialmente las buenas intenciones de la ciencia que, a veces, oficia de movilizadores para intereses más oscuros. Eso es lo más profundo que tiene el film en ese sentido.
Más allá de algunos encuentros que parecieron forzados, la escena final y la resolución dejan conforme a los que desean ir al cine a encontrarse con un film entretenido y de acción. Los guiños al primer film del anime le dan un toque especial para los fanáticos, también en el armado general del film que sigue parte de lo que se vio anteriormente.
En definitiva podemos decir que esta versión de Ghost in the Shelll (Vigilante del futuro) cumple en su argumento, y se deja bien parada ante las versiones anteriores. A pesar de ir por detrás de sus antecesoras, vale la pena ver este film en el cine por la increíble explotación visual de un futuro avasallante.