Ghost in the Shell: Anime vs Live Action
Aclaración: En esta nota dejaremos de lado la polémica sobre el whitewashing (la elección de una actriz caucásica para componer a un personaje oriental) ya que no hace foco en nuestro análisis.
Las comparaciones son odiosas, pero en esta página que se dedica exclusivamente al cine animado, nos es imprescindible y hasta necesario comparar la versión live action de “Ghost In The Shell” con el film original de anime de 1995.
Empecemos por decir que Ghost In The Shell es un largometraje de ciencia ficción con cierta estética de cyberpunk, que fue la inspiración de varios cineastas modernos. El caso más claro lo comprenden las (ahora) hermanas Wachowski con The Matrix (1999), en el cual se presenta muchas similitudes y cuestiones que fueron inspiradas en el manga original pero mayormente con su adaptación anime. Muchas veces la cinta del ’95 ha sido descrita como una de las películas de animación más complejas, tanto argumental como interpretativa.
En los aspectos técnicos se la ha catalogado como “Obra Maestra de la animación” por la hábil combinación, de Production I.G., entre animación y gráficos computarizados, lo que da a la producción alto grado de realismo y detallismo.
La historia de base, tanto en la nueva versión como en la otra, es la misma. En un Japón futurista, se narra la historia de “Major”, un híbrido cyborg-humano (la parte del “Alma” “Consciencia” o “Ghost” sería la humana), único en su especie, que trabaja en operaciones especiales y dirige un grupo operativo de élite denominado Sección 9. Motoko, también conocida como ‘the Major’ Mira Killian, es la líder de grupo de misiones cuyo objetivo es luchar contra el ciberterrorismo y los crímenes tecnológicos.
Y cómo ya pudimos ver en varios tráilers, hay muchas similitudes entre un relato y el otro. Los realizadores de la adaptación live action guardaron sumo cuidado a la hora de armar toda la parte visual y los aspectos estéticos del film; y se nota el respeto por el material de origen. Sin embargo, más allá del calco de varias escenas que transcurren de la misma manera que en el anime de los años 90 (a modo de “homenaje” y “fan service”), la historia fue modificada en pos de construir un argumento totalmente innovador y no caer en el peligroso terreno de la copia plano por plano de la cinta anterior. Si no pregúntenle a Gus Van Sant y su fallida remake de Psicosis.
Entonces: ¿Fueron acertadas las decisiones de Rupert Sanders y los guionistas de Ghost In The Shell? En parte sí, y en parte no.
Empecemos por nombrar los logros. Podemos destacar que la producción tiene unos efectos, una fotografía y una dirección de arte exquisita que, más allá de que se presenta en su mayoría a través del CGI, están bien empleados y usados en consonancia con los escenarios reales. Se presenta algunos cambios en la construcción del relato pero, no por ello, el planteo central deja de ser interesante. Estéticamente y visualmente es magnífica y nos remite a Blade Runner (1982). Es decir, que en los aspectos técnicos se encuentra a la altura de la original o de otras grandes obras de “carne y hueso” de ciencia ficción.
Los problemas los tenemos por el lado narrativo. “Ghost In The Shell” peca de simplificar y tratar de hacer más amena, entretenida y pochoclera la propuesta futurista, cosa que el anime supo mezclar bien con los aspectos más oscuros y filosóficos y dándole más de una lectura posible a la propuesta. También se nota que es un poco más larga, ya que utiliza 2 hs para contar lo que la antecesora la contó en 80 minutos.
Sin embargo, el director Sanders (Snow White, The Huntsman) y los escritores William Wheeler (The Hoax, 2006) y Jamie Moss (Street Kings, 2008) en la composición del guion trataron de hacer más accesible la aventura.
En síntesis, nos encontramos ante una adaptación digna y entretenida, pero que al mismo tiempo sirve para alejarnos de los prejuicios sobre la calidad narrativa/madurez del cine animado respecto a del cine live action