En el 2007 se estrenó "Ghost Rider", la adaptación cinematográfica de los cómics homónimos de Marvel. Sin cumplir con las expectativas y sin estar a la altura de otras películas de la productora, pero siendo un éxito de taquilla, la aparición de una secuela era algo inevitable que se extendió por cinco años. Esta propuesta, captando una esencia visual que remite directamente al material original, es una película que desaprovecha el 3D, que invoca una narración poco interesante, una edición rápida que repite fórmulas y actuaciones superficiales que poco ayudan a entablar conexión con el espectador.