Nicolas Cage volvió a ponerse en llamas en “Ghost Rider 2. Espíritu de venganza”. Con una actitud fiel al cómic, el director no esquiva el costado medio bizarro de Johnny Blaze, un personaje condenado a perseguir a los villanos a partir de un pacto diabólico. En este caso la historia lo encuentra intentando tomar distancia de su maldición en Europa del Este hasta que es contactado por un monje para ayudar a una madre y su hijo, un chico con un pasado singular que podría ser el que cambie definitivamente la historia del mundo y de Blaze. El dúo de directores formado por Mark Neveldine y Brian Taylor no tuvo reparos en poner a Johnny en situaciones que bordean el absurdo y complementaron este buen y entretenido producto con recursos técnicos eficaces.