No ví la primera "Ghost Rider" en cines, si alguna vez la pesqué en el cable y no me gustó. Pero en general (excepto en "Drive Angry" y "Kick-ass"), no me gusta esta etapa de Nicholas Cage. Ya lo hemos dicho muchas veces, transita por films mediocres sin dejar huella y siento que lo que él hace sobreabunda en el medio. No creí, por otro lado que los estudios volvieran a invertir en este personaje.
No les fue mal con la primera (salieron hechos y ganaron una moneda) aunque esperaban hacer mayor diferencia, para ser un personaje de la escudería Marvel. Ahora, con menos presupuesto programado, decidieron darle una chance más a la franquicia (lanzandola en 3D) a ver si despegaba de una buena vez y cambiaron la dirección. Dieron un golpe de timón y abrocharon a los hombres detrás de las dos "Crank", clásicos de culto en los que se luce Jason Statham: Mark Neveldine y Brian Taylor.
Obviamente buscaban un producto clase "B". Y lo lograron. Nada se toma muy serio en esta secuela.
"Ghost Rider: espíritu de venganza" explica en sus primeros minutos cómo funciona la maldición que posee a Johnny Blaze (Cage), y luego se lanza sin mucho más preámbulo a desandar el camino que le espera. El problema del personaje principal ya lo conocemos: hizo un pacto con el demonio, tiene doble personalidad (por decirlo de alguna manera!) y se enciende para destruir y llevarse las almas de los malos. Blaze sufre bastante su destino y arranca la película aislado, intentando dominar su parte oscura. Un monje, Moreau (Idris Elba) lo buscará para hacerle un ofrecimiento tentador: debe dar con un niño, Danny (Fergus Riordan) quien podría encarnar el anticristo si cayera en las manos equivocadas. Si logra encontrarlo, él lo ayudará para deshacerse de la posesión.
Danny es "most wanted", podría decirse: sin él, Roarke (Ciarian Hinds) no podría dar luz verde al ritual que trae las tinieblas a nuestro mundo. Así es que Blaze parte a buscarlo y enfrentarse a su escudería con las armas habituales... Fuego, látigo, moto,... the usual stuff.
La película tiene pocas secuencias de acción, aunque las que hay están bien filmadas. El problema mayor del film es lo anodino del guión. No hay emoción en el relato, la idea que sustenta la trama son dos trazos y quien debería llevar el peso de la historia luce perdido, jugando a su propio juego (Cage). El hombre no da con el registro para el personaje, su perfil da para bizarro ya: cada vez se esfuerza menos y se le nota.
Esto se potencia con bajas actuaciones de un elenco del que sólo se rescata a Hinds, el veterano irlandés que si intenta hacer creíble su personaje.
Y no hay mucho más que contar sobre "Ghost Rider: spirit of vengance"... Creemos que el espectador promedio (quien aún sigue respetando y siguiendo a Cage), irá a los cines en busca de un rato de acción y entretenimiento, y quizás esta cinta se los de. Lo único que decimos es que no esperen calidad porque este film está lejos de poder ofrecerla. Apenas es un poco mejor que la primera parte. Pero para eso, no se necesitaba mucho.