Cómo se nota cuando hay un gran director detrás de las cámaras… Ghostbusters: el Legado es, sin lugar a dudas, la mejor película de la saga de Los Cazafantasmas… lo cual es un contrasentido porque, si no existiera el filme original, no se podría haber filmado esta secuela. Es espectacular, cómica, emocional y tiene una vibra que te conmueve desde el fotograma uno. Es posible que el seteo de forasteros llegando a pueblito donde pasan cosas raras sea un cliché ultra recontra utilizado (díganselo a Stephen King para que deje de manosearlo) pero te pone en onda desde el inicio… y termina por pagar dividendos en gran forma.
En sí esto es Los Cazafantasmas encuentran a Stranger Things + Stephen King. Hay algo malvado que se oculta en la mina local y la desprevenida familia de recién llegados pronto se verá involucrada en el ajo. Está la hermosa Carrie Coon – por favor, dénle mas papeles a esta mujer que además de bonita es gran actriz -, está Finn Wolfhard – como para reforzar el vínculo con Stranger Things – y está una rutilante Mckenna Grace, la cual hace de versión enana de Egon Spengler con un carisma y una delicadeza que desborda la pantalla. Pocas veces uno ve a una actriz joven devorarse la pantalla con tanto ángel y sutileza como la Grace, acá morocha de rulos y con anteojos enormes como para que el parentesco familiar no pase desapercibido.
Entre los detalles de la adaptación, los roces con los locales – Paul Rudd, otro gigante!: no solo está impecable a su edad sino que se adapta a cualquier rol y en absoluto le saca protagonismo a la Coon y a los chicos – y el lento proceso de descubrimiento de la leyenda oculta tras la casa derruida que han heredado de su abuelo Egon en medio de la nada, Ghostbusters: El Legado te emociona y te divierte sin parar. Es desde ya un enorme fan service pero uno hecho con gran altura y enorme sensibilidad – toda la historia de por qué Egon fue a parar a ese pueblito perdido termina por arrancarte una lágrima, en especial cuando llega el final -. Si toda la experiencia es una gozada, el detalle que desluce un poco son los obligados cameos donde Murray y Aykroyd están mas controlados pero no dejan de hacer sus payasadas de siempre (que a mi me hacen rechinar los dientes).
Ghostbusters: El Legado es una película deliciosa. Quizás el mayor drama es que amenaza con una posible secuela, la cual perdería todo su corazón si le devuelven la franquicia a los gerontes de humor ácido y rebuscado que la manipularon originalmente. Si, es cierto, en muchas escenas requiere un salto de fe – la Grace operando el rayo de iones como una experta, todos manejando un aparaterío de funciones indescifrables como si lo hubieran hecho toda la vida – pero el resultado final lo amerita con creces.