Es y no es Los Cazafantasmas. La película liga esta historia con la del film original de 1984. Pero si aquella, del gran Ivan Reitman, contaba cómo tipos comunardos se enfrentaban al Apocalipsis con la misma preocupación que un albañil repara una pared (y en eso radicaba toda la magia y la gracia) aquí tenemos a Jason Reitman, hijo de Ivan, con mucha más nostalgia que humor. En ese sentido, es una buena película sobre dejar la infancia.