Después de su momento de fama tras salvar al mundo en 1984, los Cazafantasmas de Nueva York han sido olvidados. Solo uno de ellos ha continuado su misión todos estos años, ignorado y desprestigiado.
Mientras tanto, en Chicago, Callie (Carrie Coon) es desalojada del departamento donde vive con su familia y no tiene más elección que mudarse a la granja de su recientemente fallecido padre, un hombre que la abandonó cuando era una niña y por quien no guarda ningún cariño.
Arrastra con ella a su hija Phoebe (Mckenna Grace) de 12 años y a Trevor (Finn Wolfhard) de 15, quienes además de adaptarse al brusco cambio de vida que implica mudarse al pequeño pueblo rural, poco a poco irán descubriendo el legado de ese abuelo al que nunca conocieron y que Callie es tan reticente a recordar.
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Alta Peli
CRÍTICASGhostbusters: El Legado (REVIEW)
por
Matías Seoane
publicada el 18/11/2021
Ghostbusters: El Legado, cuando la melancolía no es solo pintura. Crítica sin Spoilers
Después de su momento de fama tras salvar al mundo en 1984, los Cazafantasmas de Nueva York han sido olvidados. Solo uno de ellos ha continuado su misión todos estos años, ignorado y desprestigiado.
Mientras tanto, en Chicago, Callie (Carrie Coon) es desalojada del departamento donde vive con su familia y no tiene más elección que mudarse a la granja de su recientemente fallecido padre, un hombre que la abandonó cuando era una niña y por quien no guarda ningún cariño.
Arrastra con ella a su hija Phoebe (Mckenna Grace) de 12 años y a Trevor (Finn Wolfhard) de 15, quienes además de adaptarse al brusco cambio de vida que implica mudarse al pequeño pueblo rural, poco a poco irán descubriendo el legado de ese abuelo al que nunca conocieron y que Callie es tan reticente a recordar.
No tienen demasiado tiempo: el apocalipsis al que él dedicó su vida en investigar está llegando, y será misión de ellos detenerlo.
Ghostbusters: El Legado dentro y fuera de la pantalla
A diferencia de la película anterior de la franquicia, la cual pretendía reiniciar el universo contando una historia muy similar con un nuevo elenco, Ghostbusters: El Legado es una secuela directa de las películas originales, retomando más de treinta después la trama iniciada en 1984, intentando mantener muchas de las cosas que volvieron icónicos a esos films. Y aunque Ghostbusters: El Legado le allana un poco el camino al público nuevo, también decide no volver a explicar cada detalle salvo que sea central a la nueva historia, confiando en que cualquiera que decida verla tiene al menos un conocimiento básico de este universo. O, en su defecto, que cuando termine de ver Ghostbusters: El Legado saldrá con ganas de ir a ver las películas de los 80s para completar los huecos.
No todo en el guion de
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CRÍTICASGhostbusters: El Legado (REVIEW)
por
Matías Seoane
publicada el 18/11/2021
Ghostbusters: El Legado, cuando la melancolía no es solo pintura. Crítica sin Spoilers
Después de su momento de fama tras salvar al mundo en 1984, los Cazafantasmas de Nueva York han sido olvidados. Solo uno de ellos ha continuado su misión todos estos años, ignorado y desprestigiado.
Mientras tanto, en Chicago, Callie (Carrie Coon) es desalojada del departamento donde vive con su familia y no tiene más elección que mudarse a la granja de su recientemente fallecido padre, un hombre que la abandonó cuando era una niña y por quien no guarda ningún cariño.
Arrastra con ella a su hija Phoebe (Mckenna Grace) de 12 años y a Trevor (Finn Wolfhard) de 15, quienes además de adaptarse al brusco cambio de vida que implica mudarse al pequeño pueblo rural, poco a poco irán descubriendo el legado de ese abuelo al que nunca conocieron y que Callie es tan reticente a recordar.
No tienen demasiado tiempo: el apocalipsis al que él dedicó su vida en investigar está llegando, y será misión de ellos detenerlo.
Ghostbusters: El Legado dentro y fuera de la pantalla
A diferencia de la película anterior de la franquicia, la cual pretendía reiniciar el universo contando una historia muy similar con un nuevo elenco, Ghostbusters: El Legado es una secuela directa de las películas originales, retomando más de treinta después la trama iniciada en 1984, intentando mantener muchas de las cosas que volvieron icónicos a esos films. Y aunque Ghostbusters: El Legado le allana un poco el camino al público nuevo, también decide no volver a explicar cada detalle salvo que sea central a la nueva historia, confiando en que cualquiera que decida verla tiene al menos un conocimiento básico de este universo. O, en su defecto, que cuando termine de ver Ghostbusters: El Legado saldrá con ganas de ir a ver las películas de los 80s para completar los huecos.
No todo en el guion de Ghostbusters: El Legado (Ghostbusters: Afterlife) tiene perfecto sentido ni cierra a prueba de agua; la nostalgia y la búsqueda de emotividad a veces (pocas) estorba en la narración y la fuerzan a tomar giros que quizás era más natural evitar. Rara vez le exigimos tanto a una comedia de aventuras apuntada al público juvenil, pero un par de abusos de las coincidencias se hacen notorios y algunas escenas o personajes sin una función clara en el esquema general distraen del foco, sin aportar nada realmente interesante.
Phoebe y su compañero de curso, Podcast (Logan Kim), son más que suficientes para llevar adelante la trama y lo hacen sin necesitar ayuda; tienen tanto carisma y buena química entre ambos que solo resaltan lo anecdótica que es la presencia de su hermano Trevor y todo su arco adolescente paralelo. Quizás existía la obligación de meter una cara famosa en el elenco que sumara en el poster, aunque ni el personaje ni el actor tuvieran mucho para aportar; tal vez fue forzado en la trama para que Ghostbusters: El Legado no se confunda con una película “completamente infantil”, como si eso fuera algo terrible.
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CRÍTICASGhostbusters: El Legado (REVIEW)
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Matías Seoane
publicada el 18/11/2021
Ghostbusters: El Legado, cuando la melancolía no es solo pintura. Crítica sin Spoilers
Después de su momento de fama tras salvar al mundo en 1984, los Cazafantasmas de Nueva York han sido olvidados. Solo uno de ellos ha continuado su misión todos estos años, ignorado y desprestigiado.
Mientras tanto, en Chicago, Callie (Carrie Coon) es desalojada del departamento donde vive con su familia y no tiene más elección que mudarse a la granja de su recientemente fallecido padre, un hombre que la abandonó cuando era una niña y por quien no guarda ningún cariño.
Arrastra con ella a su hija Phoebe (Mckenna Grace) de 12 años y a Trevor (Finn Wolfhard) de 15, quienes además de adaptarse al brusco cambio de vida que implica mudarse al pequeño pueblo rural, poco a poco irán descubriendo el legado de ese abuelo al que nunca conocieron y que Callie es tan reticente a recordar.
No tienen demasiado tiempo: el apocalipsis al que él dedicó su vida en investigar está llegando, y será misión de ellos detenerlo.
Ghostbusters: El Legado dentro y fuera de la pantalla
A diferencia de la película anterior de la franquicia, la cual pretendía reiniciar el universo contando una historia muy similar con un nuevo elenco, Ghostbusters: El Legado es una secuela directa de las películas originales, retomando más de treinta después la trama iniciada en 1984, intentando mantener muchas de las cosas que volvieron icónicos a esos films. Y aunque Ghostbusters: El Legado le allana un poco el camino al público nuevo, también decide no volver a explicar cada detalle salvo que sea central a la nueva historia, confiando en que cualquiera que decida verla tiene al menos un conocimiento básico de este universo. O, en su defecto, que cuando termine de ver Ghostbusters: El Legado saldrá con ganas de ir a ver las películas de los 80s para completar los huecos.
No todo en el guion de Ghostbusters: El Legado (Ghostbusters: Afterlife) tiene perfecto sentido ni cierra a prueba de agua; la nostalgia y la búsqueda de emotividad a veces (pocas) estorba en la narración y la fuerzan a tomar giros que quizás era más natural evitar. Rara vez le exigimos tanto a una comedia de aventuras apuntada al público juvenil, pero un par de abusos de las coincidencias se hacen notorios y algunas escenas o personajes sin una función clara en el esquema general distraen del foco, sin aportar nada realmente interesante.
Phoebe y su compañero de curso, Podcast (Logan Kim), son más que suficientes para llevar adelante la trama y lo hacen sin necesitar ayuda; tienen tanto carisma y buena química entre ambos que solo resaltan lo anecdótica que es la presencia de su hermano Trevor y todo su arco adolescente paralelo. Quizás existía la obligación de meter una cara famosa en el elenco que sumara en el poster, aunque ni el personaje ni el actor tuvieran mucho para aportar; tal vez fue forzado en la trama para que Ghostbusters: El Legado no se confunda con una película “completamente infantil”, como si eso fuera algo terrible.
Si hay algo que se extraña en esta nueva entrega es esa pátina de terror inocente que solían tener las películas de los 80s, algo que en esta nueva entrega más apuntada a la acción y la aventura se encuentra prácticamente ausente.
En estos años nos cansamos de ver estrellarse remakes, reboots y secuelas sin alma de películas exitosas impulsadas por estudios buscando un cheque que consideraban seguro (incluso esta franquicia ya pasó por eso) por lo que no era demasiado cínico esperar que Ghostbusters: El Legado corriera la misma suerte. Pero es una de esas pocas veces en que la nostalgia se siente genuina y con un gran amor por el producto original al que está haciendo referencia, logrando que todos los cambios que necesitan hacerse para esta nueva película se sientan orgánicos.
Hay una razón bastante obvia para ello: el director Jason Reitman es el hijo de Ivan Reitman (director de las películas de los ´80s y productor de la actual). Alcanza con escucharlo relatar alguna de sus visitas al set siendo un niño, para comprender que con Ghostbusters: El Legado está contando una historia que le es muy personal y querida. Todos nosotros soñamos de niños con ver de cerca una mochila de protones y una trampa para fantasmas; él pudo darse el gusto. Admito que lo odio por eso, pero le agradezco que con Ghostbusters: El Legado me hiciera sentir un poco como cuando tenía 12 años.