Ghostbusters: el legado

Crítica de Mex Faliero - Funcinema

UN ASUNTO DE FAMILIA

Cuando en 2016 Paul Feig estrenó su versión de Cazafantasmas con Melissa McCarthy, Kristen Wiig, Kate McKinnon y Leslie Jones muchos vieron herido su orgullo masculino y desde ahí la fustigaron. Injustamente, porque la comedia de Feig era muy buena; aunque no solo eso, era también una reinterpretación ajustadísima de la película original. Me explico: Los Cazafantasmas surgió en los ochentas en pleno auge del cine fantástico, pero en verdad su relación con la ciencia ficción y el terror era lateral. Si bien no creo que haya surgido como contra-respuesta a todo aquello, Los Cazafantasmas era fundamentalmente una comedia hecha detrás y delante de cámaras por gente probada en el género y que llegaba aquí, tal vez, a un público que nunca imaginó llegar. No es muy ilógico entonces pensar en las actrices de la versión de 2016 -todas geniales comediantes- como otro grupo dispuesto a romper con lo establecido a través de la risa, como lo hicieron Reitman, Aykroyd, Murray y compañía.

Entre tanto reboot, remake, secuela, franquicia y saga interminables, llega entonces una nueva película de Cazafantasmas, que en verdad busca borrar lo hecho por la película de Feig, hacer como que eso nunca sucedió, y trazar lazos directos con la original de 1984. Lo primero que se observa es una operación extraña: no estamos específicamente ante una comedia (aunque haya algo de humor), sino más bien frente a una película de ciencia ficción y horror adolescente, como muchas de las películas de ciencia ficción y terror adolescentes que se hacían en los 80’s, fundamentalmente con Steven Spielberg como productor. Y si aquel artefacto extrañamente exitoso dirigido por Ivan Reitman se apropiaba de la fantasía en el Hollywood de entonces, también es cierto que parecía jugar en sorna con algunas humoradas un poco pasadas de rosca para el ATP.

Es decir, Ghostbusters: El legado es Cazafantasmas pasado por el filtro de la serie Stranger things, incluyendo a Finn Wolfhard en el reparto y a una Mckenna Grace en plan Millie Bobby Brown. Y todo esto que parecería una traición al material original, en verdad encuentra su coherencia a partir de la presencia de Jason Reitman en la dirección. Reitman no solo que demuestra saber balancear su registro más indie con las exigencias del mainstream y los efectos especiales, sino que además es el hijo de Ivan, y por eso la película termina siendo sobre todo un homenaje. Uno justo, medido, controlado y fundamentalmente honesto. Cuando papá estrenó Los Cazafantasmas, Jason tenía 7 años. No suena ilógico, pues, que todo lo que hay dentro de esta película forme parte de la educación sentimental del director.

Ghostbusters: El legado es cine familiar, porque está hecho para la familia y producido por familia. Y es una película que habla de recomponer vínculos, en un final que es puro fanservice, pero del bueno, del que encuentra un justificativo en los materiales que trabaja.