La verdad es que, después del reboot de Paul Feig en 2016, me costó entrar a sala para ver esta nueva entrega de la franquicia. Como todo ochentoso que se precie, las originales (primera y segunda parte), son de mis películas preferidas familiares de ese tiempo. Pasé años tarareando «Who you gonna call?» de aquella icónica canción de Ray Parker Jr, incluso.
Dicho esto coincido además con la opinión de la mayoría de mis colegas que tenían dudas sobre el destino de este segundo reinicio de la década. Sin embargo, debo reconocer que si bien, lejos de mis expectativas, «Ghostbusters: afterlife» es un producto digno, nostálgico y familiar, a la altura de lo que debería pedirsele a una saga tan famosa.
¿Por qué digo esto? Esta cinta ofrece pequeños papeles y cameos de gran parte del elenco original (obviamente, sin Harold Ramis quien falleciera en 2014), está producida por su autor original (Ivan Reitman) y rodada por su hijo (Jason, quien viene del mundo indie pero tiene una carrera personal y prestigiosa).
Además, continúa la trama original de la primera entrega (esto creo que es lo más novedoso) y se instala en un universo actual donde hay terreno fértil para explorar merced a una mayor complejidad de los films y series familiares en la consideración de la audiencia.
Esto es importante saberlo, porque no se si los adolescentes actuales recuerdan «Ghostbusters» pero sí se que todas han visto «Stranger Things». Y hay una evidente conexión que indica que los públicos pueden vincularse intuitivamente.
Pero más allá de eso, está el público adulto. Los de más de 40 que crecimos admirando al trío principal (¿quien no ama a Bill Murray de nuestra generación, sin ir más lejos?) y que seguimos comprando incluso (ejem!) juguetes como la ambulancia que tiene el fantasmita tachado en la carrocería… todos ellos se sentirán cómodos y disfrutarán este retorno a las fuentes.
La trama presenta a una joven madre que regresa con al pueblo natal de uno de los cazafantasmas «fundadores», en la rural Summerville, con sus hijos para hacerse cargo de sus cosas, enterada de su muerte. A partir de un hallazgo entre los materiales que se encontraban allí, comienzan una comunicación paranormal que abrirá el canal para que los chicos comiencen a descubrir un mundo inédito para ellos: el de los sucesos paranormales.
Mientras esto sucede, los hijos de Callie (Carrie Coon) se relacionarán con sus compañeros y compañeras en la escuela y comenzarán a explorar no sólo los fierros que el abuelo tenía, sino también descubrirán que una amenaza que ya atacó en 1984, puede regresar en 2021 si no se hace algo para detenerla.
Para preparar y entender el fenómeno, contarán con la ayuda de Paul Rudd, quien juega uno de sus habituales papeles de profesor querible, aquí enamorado de la mamá de los chicos.
Completado el power trío (hasta aquí, McKenna Grace y Finn Wolfhard) con la incorporación de Logan Kim como Podcast, los nuevos reclutas podrán lanzarse a la aventura de aprender el uso de las armas para enfrentar fantasmas y por supuesto, investigar no sólo como funciona la maquinaria disponible, sino también integrarse como equipo y aprender sus nuevos roles para la tarea.
La etapa siguiente será entonces, adentrarse en el portal (una mina abandonada en el pueblo) que representa el mayor peligro para la humanidad, aunque pocos sean conscientes de ello. El viaje será esperable, divertido aunque bastante similar a las resoluciones tradicionales de la franquicia.
Las actuaciones son convencionales, excepto por el trabajo de Grace, quien atrae todas las miradas y le da una altura a su personaje, destacada. El resto acompaña con oficio, pero sin aumentar el voltaje de la propuesta. Después de todo, la cantidad de guiños y alusiones al film original, son suficientes para mantener el entretenimiento a lo largo de todo el metraje.
En síntesis, aprobada para todo público y especialmente recomendada para fans de la cultura ochentosa, quienes son los mayores ganadores de este regreso.