En 2020 los robots han reemplazado a los boxeadores de carne y hueso. Son peleas, como las de sus predecesores, que generan mucha emoción y dinero. En ese contexto, un ex pugilista gana y pierde combates viajando con sus máquinas. Sin tener en cuenta que, cuando fallece su ex esposa, debe hacerse cargo, aunque sea por un tiempo, de su hijo de once años. Es así como se amalgaman los dos protagonistas de este filme de aventuras, donde la tecnología es insoslayable. No solamente en la trama sino en la realización de una película entretenida y vistosa, pero que apela a algunos golpes bajos cargados de emoción y lágrimas. Jackman hace a su habitual canchero-simpático y el niño se roba la cinta con sus caritas de ángel. Una buena distracción.