Natalia Oreiro es Gilda… o sea, ES Gilda.
Desde el primer plano pensé “Wow”, un cúmulo de emociones, todas juntas en los primeros 30 segundos de película? Definitivamente Wow. Excelente decisión de Lorena Muñoz, directora y guionista del film (junto a Tamara Viñes en guión), la de comenzar con esa imagen del féretro de Gilda, con sus fans bajo la lluvia llorándola, y ese alma que se despega del cajón y se eleva. Cuánta poesía en esos primeros segundos, cuánta metáfora. A partir de ahí, todas las decisiones que tomó Lorena Muñoz con este film fueron acertadas.
Gilda, no me arrepiento de este amor, es un recorrido por la vida de Miriam Bianchi desde un punto de su vida, en donde hay un quiebre emocional en el que necesita seguir su pasión, hasta su muerte, pasando por todas las trabas que se le presentaron para llegar a su objetivo, los caminos difíciles, el duro ambiente tropical y sus problemas familiares.
A 20 años de su muerte, entre tanto homenaje, documentales y muchas otras cosas que veremos por ahí, este film es una obra maestra, no encaja en homenaje, ni tributo, es un pedazo del corazón de su directora y de la actriz que interpreta majestuosamente a Gilda. Es un poema de amor, un lujo audiovisual y emocional.
La película lleva al espectador por un remolino de emociones, un recorrido hostil por momentos y dulce por otros, hasta llegar al sueño. Un sueño genuino, simple y difícil a la vez; toca la fibra íntima del espectador, sus sueños, las cosas que dejamos de lado y las que corremos para perseguir nuestro deseo. Hay tanto en la vida de Gilda que no conocíamos, al menos para mí, hubo datos que desconocía de esta mujer única que dejó su alma en la música, con sus letras, su aura y su carisma.
Capítulo aparte: Natalia Oreiro. Esta mujer hizo un trabajo impecable, realmente se metió en el cuerpo de Gilda, ES Gilda. El espíritu de la cantante tropical descendió en el cuerpo/instrumento de Oreiro y por el tiempo que dura la película no vemos a otra que a Gilda.
Se nota que Oreiro lo hizo con pasión y con todo su corazón. Se lo vio en cada movimiento, cada gesto, cada mirada. Es un trabajo que hay que ver. Cuando uno valora la labor de un actor, poder apreciar el despliegue de Natalia Oreiro es una delicia para el alma.
Completan el elenco: Ángela Torres, Lautaro Delgado, Roly Serrano, Javier Drolas y Susana Pampín, entre otros; cada uno en su rol, arman las piezas de un rompecabezas que uno no quiere terminar de armar, para que no llegue a su fin. Ángela Torres, es Gilda de pequeña y aunque sus apariciones son escasas, son contundentes.
Los músicos originales sobrevivientes de la tragedia, también aparecen en el film como músicos de la banda y el momento en que los presentan es emocionante.
No hay dudas que Gilda, no me arrepiento de este amor, marcará un punto de inflexión en la carrera de Oreiro y esperemos que sea de mucho más éxito para su directora Lorena Muñoz. Un film que requería de una mirada femenina, que con dulzura y pasión cuente esta historia de vida genuina, sin juzgar, como lo hizo su directora.
Su mayor logro, además de la mirada técnica desde el encuadre, elección de planos y movimientos de cámara fue el de lograr ponernos la piel de gallina durante cada minuto de cinta.
Hay que verla.