Gilda

Crítica de María Paula Putrueli - Tiempo de Pochoclos

La película Gilda, no me arrepiento de este amor, llega a los cines, como una profecía cumplida, gracias a la dirección comprometida de Lorena Muñoz y al formidable trabajo de composición actoral de Natalia Oreiro, aquellas palabras escritas por Myriam Alejandra Bianchi (Gilda) para una de sus mejores canciones "No es mi despedida", cobran una realidad ficticia, que el público, fanático o no de la cantante, no dejará pasar desapercibida.

"No es mi despedida, una pausa en nuestra vida", "Yo por ti volveré". Y Gilda volvió, veinte años después del accidente fatal que cobrara la vida de la cantante de mayor éxito en el género de cumbia nacional, de su madre, su hija y parte de los músicos de la banda; se logra, finalmente, llevar a la pantalla la historia de una mujer apasionada, la cual renunció a una vida cómoda y segura, como maestra de jardín de infantes, y luchó contra todo y todos, por cumplir un sueño, el cual lamentablemente, pudo disfrutar muy poco tiempo.

El film comienza con imágenes de archivo del accidente ocurrido en la ruta 12, donde sucediera la colisión del micro que llevaba a la banda; para luego detenerse en un plano con el féretro dentro del auto que lo transporta, un plano extenso en duración, bajo la lluvia, con sus fans conmovidos frente a la tragedia, un plano que nos anuncia lo que vamos a ver en este film, la perfecta conjunción entre poesía y cumbia.

Gilda, no me arrepiento de este amor, es un film poético sobre la vida de una cantante de cumbia, que logro en pocos años, lo que muchos artistas no pueden lograr en toda una vida dedicada, convertirse en una leyenda.

Luego de ese plano, comienza todo aquello que tiene que ver con llevar a la ficción la historia íntima de esta mujer, la relación con su marido (Lautaro Delgado, impecable), con sus hijos, la nostalgia en los recuerdos de su padre, quien fuera su máxima influencia musical (brilla Daniel Melingo), la tirante y amorosa relación con su madre (Susana Pampín, hace un trabajo bellísimo) y el momento en que Myriam, responde a un aviso clasificado, donde buscan la voz femenina para un grupo, y conoce a Toti Giménez (Javier Drolas), un tecladista y productor musical, quien será el responsable de convertir a Gil (apodo con el que sus conocidos la llamaban, en homenaje a Jill Munroe, el personaje de Farrah Fawcett, en Los Ángeles de Charlie) en Gilda, un ícono popular, la abanderada de la bailanta.

Centrado en esos años donde comienza su carrera, enfrentando los prejuicios del ambiente, las trabas impuestas por su familia, la mafia del ambiente tropical, la negativa de productores debido a no dar con el perfil de las cantantes femeninas del género, voluptuosas con canciones carentes de contenido. Gilda llega para romper el molde, una mujer de contextura muy flaca, que escribe sus propias canciones, dotada de una empatía penetrable, la cual fue considerada por muchos "una santa con poderes de curación".

Como mencionamos, el trabajo de Natalia Oreiro es simplemente magistral. desde el logrado parecido físico, la labor en el fraseo, los movimientos, los gestos, hay sin duda una conexión, posiblemente mágica entre la cantante y la actriz, confesa fanática. Y es posible que en esta performance, la actriz logre su mejor desempeño en pantalla grande al momento.

En cada plano está Gilda, en la ropa que usaba, en las flores en la cabeza, en la dulzura y en el trato con el resto, ya no vemos a Natalia Oreiro, y es quizás la mínima aparición de Mollo (marido en la vida real de Oreiro) como un músico pelilargo, lo que nos vuelve a recordar que estamos frente a una actriz interpretando a Gilda, esa participación es la única decisión que podría considerarse innecesaria en el film.

Cada uno de los aspectos técnicos destaca, formando una comunión entre todos, dando como resultado un film completo, impecable en cada detalle, para ello se contó con el talento del vestuarista Julio Suárez y el maquillador Alberto Moccia; gracias a Daniel Ortega y a Leandro de Loredo, la fotografía y el sonido, respectivamente, se elevan por la media que suele verse en propuestas nacionales.

Y quien lidera todo este talentoso equipo, es la directora Lorena Muñoz, de quien se reconoce la capacidad de contar vidas de otros (su trayectoria como documentalista es notable, un ejemplo claro es "Yo no se que me han hecho tus ojos", sobre la vida de la cantante Ada Falcón), su trabajo de investigación, su compromiso con lo que se cuenta, y con aquello que no se cuenta, posicionan a Muñoz como una de las voces femeninas dentro del cine nacional, a tener muy en cuenta.

Gilda, es un film sincero, escrito y filmado en bases a capacidades técnicas y actorales insoslayables, en dualidad con una cuota de emoción y pasión, como quien lo inspira merecía.