Un homenaje respetuoso
Pocas cantantes reunían las características de Gilda para llevar su vida al cine: popularidad, tesón y el elemento ligado a lo místico que se acentuó después de su muerte...
La riqueza y las posibilidades del personaje eran enormes y la directora Lorena Muñoz, en sociedad artística con con Natalia Oreiro, logró una propuesta eficaz que genera empatía, algo difícil en un biopic.
"Gilda, No me arrepiento de este amor" funciona como producto cinematográfico, independientemente de los gustos musicales del espectador. La narración es fluida, técnicamente impecable, con segmentos de estética de documental, área en la que se desempeñó la directora; sugiere pero no explota lo emotivo de la relación de los fans con la cantante, y con un guión verosímil.
Todo ese esfuerzo de producción y dirección se sostiene con muy buenas actuaciones, entre los que se destacan Roly Serrano, Susana Pampín o Lautaro Delgado en personajes clave de la vida de Gilda. Y al frente de todos está Natalia Oreiro, que interpretó con delicadeza los pliegues de los conflictos internos y familiares de Gilda en su decisión de convertirse en cantante. El recorte de la directora sobre la vida de Gilda se transforma así en un homenaje que a diferencia de otras biopics sobre artistas -"Ray" o "Walk The Line"- pivotea entre lo testimonial y lo emotivo sin subrayar ninguno de esos rasgos.