Gilda

Crítica de Rosana López - Fancinema

EL MEJOR CORAZON VALIENTE

Gilda, no me arrepiento de este amor, además de tratarse de un biopic musical de una de las figuras culturales más importante y trascendentes de la bailanta argentina, es también un film sobre alcanzar los anhelos más deseados contra toda adversidad. Así lo vemos en la figura femenina de Miriam Alejandra Bianchi o “Gilda”, una maestra jardinera de clase trabajadora de Villa Lugano que soñaba con cantar frente a un público masivo, confrontando con la negación de su entorno familiar y un mundo musical machista donde brillaban las cantantes voluptuosas (Lía Cruzet y Gladys “la bomba tucumana”). A la vez, esa doble condición de perseguir un sueño se ve reflejado en el rol protagónico de una Natalia Oreiro en su máxima madurez actoral y exacta plasticidad como cantante para el papel que toda su vida quiso alcanzar: interpretar a la número uno de la bailanta popular.

A 20 años de la trágica muerte de Gilda en un accidente de ruta en medio de su gira por el interior -donde perdió la vida junto a su madre e hija, más tres músicos suyos y el chofer del micro-, la directora Lorena Muñoz, experta en cine documental con su destacada pieza -codirigida con Sergio Wolf- Yo no sé que me han hecho tus ojos, ofrece las vivencias de una mujer que lo deja todo a los 30 años por seguir su pasión por el canto. Una mujer que pese a su fugaz y corto éxito en vida se convertiría en una “santa popular” capaz de hacer milagros para algunos devotos y fanáticos, y en un mito cultural por su carisma innegable. Muñoz, con excelente pulso, no nos ofrece una biografía narrada de forma convencional y/o cronológica, sino que expone los últimos años de Gilda, donde ella se juega por ser cantante y deja la formalidad de su trabajo en una suerte de flashbacks con su niñez vinculada a la música, donde es influenciada por su padre, que la inculca el amor por ese arte. Gilda, no me arrepiento de este amor deleita con su lograda ambientación de los circuitos bailanteros de los 90, los enfrentamientos a la mafia que regentea las presentaciones musicales y con una admirable banda sonora cuyas canciones son representadas a la perfección por Oreiro, que incluye la participación de algunos músicos de la agrupación original de la auténtica Gilda. Esas puestas en escena, que llenan de sensibilidad hasta al público más reacio, se suman al dramatismo real detrás de la fama de una mujer casada con dos hijos, ama de casa convencional con una crisis matrimonial importante, pero con un futuro exitoso que la llevaría a la cima.

En el film también se destacan los personajes secundarios que se mueven en torno al rol protagónico, como el de Susana Pampín como una madre acusadora; junto a Lautaro Delgado, que es un esposo al borde de la violencia y los celos; en contraposición al enamoramiento de su descubridor y socio musical, Toti Giménez, interpretado por Javier Drolas (Medianeras). Todos ellos con una interesante profundización en sus papeles, algo que la pequeña Angela Torres, con un importante legado familiar de artistas en su espalda, no supo desarrollar, tal vez por las escasas y efímeras escenas otorgadas donde da vida a una Gilda jovencita.

Gilda, no me arrepiento de este amor es una película de interés narrativamente ascendente. Tal vez las dos únicas cosas para criticar sean casi una abusiva utilización del recurso emotivo que la cantante hace a través de un instrumento musical para volar a los recuerdos de su niñez (lo cual es revertido por Muñoz ofreciendo luego de esos primeros quince minutos una continuidad exquisita que entretiene y emociona); y la falta de un mayor desarrollo para lo que fue el backstage del álbum Corazón valiente, cuya imagen pasó a integrar buena parte del imaginario icónico alrededor de la cantante, inmortalizando su presencia.

Aún así, con Gilda, no me arrepiento de este amor estamos ante un biopic musical tan glorioso y elegantemente llevado en parámetros cinematográficos, que sentará recuerdo en el cine nacional de una figura con mucho ángel, tímido y sensual a la vez.