Antes de que estalle la bomba
Desde el comienzo, la vida de Ginger y su inseparable amiga Rosa (Alice Englert) ha transitado por los carriles normales de la adolescencia.
La contemplación secreta de Ginger en todo lo referente a las actitudes desinhibidas de su compañera de aventuras se irán disipando paulatinamente al descubrir un aspecto un tanto oculto en ella y que está estrechamente vinculado al padre de la protagonista, Roland, un hombre recién separado de su esposa -la madre de Ginger- que abraza el liberalismo en todos los órdenes de la vida tras haber permanecido un tiempo en prisión, con un pasado algo oscuro y varios misterios detrás.
Roland no tarda en seducir con su aparente tristeza a Rosa, aspecto que genera en ambas amigas un distanciamiento agudo y para Ginger la confirmación que su percepción de las dos figuras idealizadas, su padre y su mejor amiga, son producto de su incipiente inseguridad y tal vez de un avanzado estado de locura.
Si la adolescencia como etapa conflictiva se entrelaza con un contexto adverso tanto en lo interno como en lo externo, sugerido desde este interesante melodrama intimista, Ginger y Rosa, de la directora británica Sally Potter (que no tiene nada que ver con el mago Harry) y a eso se le agrega una fuerte carga psicológica que no deviene catarsis, es porque el relato se encarga de desarrollar de manera sutil tópicos elementales para el cine, léase los celos, las inseguridades y los deseos reprimidos.
Sin embargo, lo que puede parecer un pretexto histórico e incluso un capricho encierra su fuerte connotación dramática e imprime en el derrotero de la conflictuada Ginger (brillante actuación de Elle Fanning) un camino lo suficientemente sinuoso para conducirla a un precipicio emocional que con absoluta destreza narrativa se va gestando a lo largo de los noventa minutos.
Para aquellos que pretendan como siempre un cine digerido y explicativo de las conductas o actitudes de los personajes, este film demuestra precisamente lo contrario y requiere por parte del espectador un esfuerzo extra para ir atando los cabos en la trama, atravesada por momentos de ambigüedad, personajes funcionales a esa ambigüedad y ciertas escenas perturbadoras, aunque no gratuitas.
El opus de Sally Potter no es una película de fácil digestión dado que transita por los reveses morales sin una mirada acusadora o educativa pero sin abandonar los aspectos humanos detrás de cada conflicto o conducta manifiesta de sus personajes, muy bien escritos desde el punto de vista narrativo y con rasgos distintivos para enriquecer la fauna suelta en esta selva en que se debaten el ser y el deber ser; el deseo y la represión del deseo, la identidad y la libertad, antes de que la bomba del conformismo estalle.