Han pasado 18 años del estreno de “El protegido”, aquella película donde el personaje de Bruce Willis –David Dunn- se enteraba que era un hombre de acero gracias a Elijah Price -interpretado por Samuel L. Jackson- quien hacía de un hombre que sufría una enfermedad desde niño; ésta provocaba que sus huesos se quebraran como un cristal con apenas un golpe. Fanático de cómics, tenía la teoría que éstos podrían contener una verdad sobre la existencia en el mundo real de una legión de súper-humanos que ignoraban sus habilidades. Su teoría se basaba en que si había un hombre tan frágil como él, debería haber un hombre exactamente opuesto.
La anterior a esta trilogía, nos presentó a Kevin Wendell Crumb, quien es un hombre que padece de trastorno de identidad disociativo, el cual se le manifiesta en 23 personalidades.
En esta, con grandes monólogos que prometen una escena de acción espectacular… se disuelve con algo que sigue sin ser novedoso, pues la idea es la misma. Glass –o el hombre de cristal- quiere que el mundo se entere de su teoría. ¿No es lo que se planteó en la primera? James MÁcAvoy sigue demostrando lo que hizo en la segunda entrega a tal punto que cansa, pues es un protagónico de nuevo- y quien hace de psiquiatra no puede ofrecer la oscuridad que a mi modo de ver debería poseer este personaje.