Glass

Crítica de Héctor Hochman - El rincón del cinéfilo

Presentada como la última parte de una trilogía, que comenzó con “El protegido” (1999) y se prolongó con “Fragmentado” (2015), esta producción en realidad podría pensarse, a partir de lo que muestra, como la segunda parte de ambas Sin embargo, ni una ni otra idea cobra real importancia pues todo en ella es una cadena de desaciertos.

El director que se hizo conocido por la muy buena realización que es “Sexto Sentido” (1999) nunca más pudo llegar a ese nivel de construcción de relato ni de cómo instalar un verosimil y sostenerlo, termina confirmándose a sí mismo como un realizador reconocido por un filme.Todo el resto de su producción sólo cimiento una grieta entre sus seguidores, mas por los personajes retratados que por la calidad de las producciones y sus detractores. Abocado a jugar desde lo puramente estético desde las nombradas, no tan fallidas, hasta otras producciones realmente lamentables, la mayoría realizadas en la primer década del siglo XXI.

La sola hipótesis de juntar algo que se maneja en líneas paralelas que nunca se juntan, es del orden casi de lo imposible, y se nota pues en ningún momento de los largos casi 130 minutos de duración se deja de sentir lo forzado que resulta todo.

Olvidándose de la acción de los personajes, como medio para dar cuenta de sus estimulaciones, obliga a los mismos a tener que explicar todas y cada una de las motivaciones de forma oral. No sólo de los principales, sino de los secundarios, hasta llegar al límite de justificar por ese medio su sola presencia.

Tampoco ayuda la performance actoral del trío: Bruce Willis (David Nunn) se muestra cansado de su papel de superhéroe, lo mismo expresa el personaje, James McAvoy (Kevin Wndell Crumb) y sus decenas de personajes no son más que un catálogo de sobre actuación, mientras que Samuel L. Jackson (Elijah Price) parece ser el único que se entendió a sí mismo y a su personaje de manera juguetona.

Lástima que el director no lo pensó de esa manera, todo se muestra ponderado y simultáneamente pretencioso, grandilocuente.

Un filme que se fagocita a sí mismo por lo que termina por ser, a partir de lo que intenta establecer, demasiado incoherente. Un relato que nunca termina de empezar, una idea de suspenso que nunca se establece, y un final que son muchos que empieza a terminar antes de establecer un conflicto que se pueda desarrollar.

Una ideas de montaje que responde a nada, un diseño sonoro en función de un relato que no se establece, un guión que desde lo discursivo tiene la impronta de sentencias, sólo desde la puesta en escena y dirección de arte, algunos aciertos visuales.

Demasiado poco