Héroes quebrados y creaciones mentales
M Night Shyamalan, cineasta odiado y amado de igual forma, estrena un filme que será un “metamensaje” de los filmes de superhéroes que consumimos todos los días. Pero lo hace con una trilogía que es tramposa. El indio venía con una filmografía sin segundas partes o remakes, todas ideas originales que tenían principio y fin en una misma sentada en cine.
Tras varias películas horribles, Shyamalan se había reivindicado un poco con “Los huéspedes” (2015) y todo cambió con “Fragmentado” (2017), una producción que devolvió la confianza en el cineasta. Pero una escena en particular de esa producción puso de cabeza a sus estructuras: Traía desde el pasado la excelente “El protegido” (2000) para unir una cadena que nadie esperaba y se saboreaba un posible encuentro de titanes, entre “La bestia” (James McAvoy) y Davis Dunn (Bruce Willis). Inmediatamente después de su estreno se comenzó a hablar de la tercera parte de esta trilogía inesperada que hoy llega a las salas.
Aquí vemos a Dunn como un vigilante nocturno o justiciero anónimo, en búsqueda de Kevin Wendell Crumb (McAvoy) y sus múltiples personalidades, cuando ambos son atrapados por la policía y la Dra. Ellie Staple, una psiquiatra que quiere investigarlos. Encerrados en un hospital de alta seguridad se encontrarán con Elijah Price (Samuel Jackson), que también está bajo este extraño “tratamiento”. “The broken are the more evolved” (“Los rotos son los más evolucionados”), repetía La bestia en “Fragmentado”, algo que aquí detalla con Price, pues es quien es una mente maestra con un cuerpo frágil (roto) y eso los hará funcionar como equipo.
En frente, Dunn intentará frenarlos. Si bien el desenlace no es muy original, el libreto tiene buenas ideas, y las grandes actuaciones de los tres protagonistas elevan mucho el nivel del filme, que dentro del suspenso roza otros géneros, como la acción y la ciencia ficción, pero siempre desde un lado consciente: su argumento habla de las construcciones mentales, tanto como de las conspiraciones institucionales, y allí deja varias “moralejas”, interesantes.